Me encontraba en el XI Fórum de la Enseñanza Madrileña cuando llegó la noticia del fallecimiento de Santiago Carrillo. Guardamos un minuto de silencio en su memoria.
A media tarde me llamaron en nombre de la familia. Habían pedido que el velatorio se instalase en el Congreso de los Diputados, pero habían topado con la negativa. Un aplauso sí, pero las puertas del Congreso sólo se abren en estas ocasiones para los “padres de la Constitución” y para los ex-Presidentes del Gobierno. Así lo dice el mezquino reglamento.
Tras varios intentos infructuosos, de la mano de algunos diputados como Gaspar Llamazares, pensaron en el Ateneo de Madrid, pero el lugar tiene problemas de espacio y acceso. Alguien había sugerido entonces dirigirse a CCOO de Madrid, en cuyo salón de Actos, Marcelino Camacho había recibido el último adiós de miles de madrileños y otros ciudadanos del Estado. Consulté con Ignacio y tomé la decisión de ceder a la familia el Auditorio Marcelino Camacho para organizar el velatorio.
Decenas de compañeros y compañeras de CCOO de Madrid se volcaron de inmediato en la organización, para garantizar que decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas pudieran acceder al Auditorio y asegurar que cientos de personas de la Administración, la cultura, la política, los medios de comunicación, hayan podido presentar su respeto y condolencias a la familia. Y los abundantes medios de comunicación pudieran realizar su trabajo.
Santiago Carrillo no era cualquier persona. Querido, odiado, polémico. Representa como pocos, la vida política de casi un siglo.
Nació en Gijón, en 1915, en plena Guerra Mundial. Transitó su infancia en una España que agotaba la Restauración Borbónica y la dictadura de Primo de Ribera. Y cuando se proclama la República, con tan sólo 15 años, ya es periodista y recibe el encargo de cubrir la información parlamentaria. En 1934 es ya Secretario de las Juventudes Socialistas y, tras pasar por la cárcel por su participación en la Revolución de 1934, con el triunfo del Frente Popular, consigue unir a los jóvenes socialistas y comunistas en las Juventudes Socialistas Unificadas.
Luego vino la guerra Civil, su participación en la Junta de Defensa de Madrid, su afiliación al PCE, el exilio, París, el final de la lucha guerrillera, la política de Reconciliación Nacional. El apoyo e implicación del PCE en el desarrollo de las CCOO. El Eurocomunismo junto al francés Marcháis y el italiano Berlingue, tras la invasión soviética de Checoslovaquia. La muerte del Dictador. La Junta Democrática, la Plataforma Democrática. La Platajunta. La Transición. El retorno del exilio. El asesinato de los Abogados de Atocha y la inmediata legalización del PCE. Los Pactos de la Moncloa, la Constitución. El desplome electoral del PCE en 1982. La crisis interna. Su expulsión del Partido Comunista. Los “carrillistas” acabaron integrándose en el PSOE. El se apartó de la política activa, pero nunca de la política y hasta los últimos días de sus 97 años continuó analizando y opinando sobre la actualidad política.
“El capitalismo puede llegar a destruir la especie humana” es la frase que elegimos para que figurase en la foto que presidía el velatorio, sobre su féretro.
Polémico Santiago Carrillo. Una larga trayectoria vital que ha transitado la convulsa vida política de todo un siglo de la historia de España.
Polémicos sus actos, sus opiniones, sus decisiones. En su último adiós hemos podido ver a políticos de la transición. Como Jordi Pujol, Herrero de Miñón, el ministro Garcia Margallo, o Felipe González.
A la Vicepresidenta del Gobierno, o l Ministra de Trabajo. A representantes del CiU, del PCE, de IU, del PSOE, el PP, UPyD, el PNV. Gentes de la cultura como Pilar Barden, Víctor Manuel y Ana Belén, Juan Diego, José Sacristán, o Álvaro de Luna. Su querida Gemma Nierga con quien compartió tertulias en La Ventana, tremendamente afectada. El rey que le visitó en su domicilio la noche misma del fallecimiento.
Un reconocimiento general de decenas de miles de personas, entre los que no faltaron discrepantes, detractores, amigos, adversarios y hasta expulsados por él, en algún momento, del Partido, como Isabel Vilallonga, o Cristina Almeida.
Un velatorio que adquirió tintes de reconciliación de los demócratas del país, que parecemos necesitar estos días, más que nunca, sentirnos unidos, por cuanto nos juntó y hasta cuanto nos separó.
Demócratas que, sin embargo, pudimos constatar la ausencia de la derecha extrema, la que fractura España. La que ha aireado de nuevo los tristes hechos de Paracuellos, en los que siempre negó Carrillo su participación. La que ha cerrado el Congreso a Santiago Carrillo, porque no era “•padre”, aunque fuera “abuelo” de la Constitución. La que ha negado un minuto de silencio en su memoria en la Asamblea de Madrid, aduciendo, en boca de su Presidente, que no era “hombre de paz”.
Queden para este momento las palabras de Jordi Pujol, dirigidas a Carmen Menéndez, la esposa de Carrillo, durante el velatorio. “Hubo muchas personas que hicieron posible la transición española, pero sólo dos imprescindible, Adolfo Suarez y Santiago Carrillo. Sin ellos no hubiera sido posible”.
En CCOO somos gentes sencilla, hoy más pobres que ayer, pero nunca miserables. Nuestras puertas siempre están abiertas.
El balance de nuestros antecesores se va a poner a prueba en estos duros momentos. Un balance de logros y de insuficiencias.
Ahora la responsabilidad es nuestra. Con nuestros errores y nuestros aciertos, nos enfrentamos a una nueva transición, que debe dar respuesta a los problemas económicos, sociales, políticos, de convivencia como país, en los que nos encontramos embarcados. Tiempos en los que tendremos que mirarnos en la capacidad de trabajo, la voluntad de ser, la necesidad de diálogo de hombres como Santiago Carrillo. En los que la cultura y el trabajo debemos caminar unidos.
Francisco Javier López Martín
Mientras se estaba asesinando a mujeres y niños desde el lado fascista, con el apoyo de la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini, durante el traslado de los militares profesionales del bando sublevado contra el gobierno democrático de la República, una multitud de gente desesperada y exacerbada por los agentes en España de la NKVD, la policía secreta de Stalin, buscó justicia.
Esta multitud fue imposible de parar y efectivamente fueron fusilados los militares profesionales del bando sublevado en Paracuellos del Jarama, este hecho es el que ha perseguido a Santiago Carrillo durante años, pero mientras que esto ocurría cientos de miles de españoles eran asesinados y arrojados a las cunetas, de las que todavía no sabemos nada por parte de una sublevación fascista que fue meses después punta de lanza de la Segunda Guerra mundial.
Mientras el fascismo fue derrotado y castigado en la Alemania Nazi e Italia, aquí vencieron y el régimen siguió asesinando a cientos de miles de españoles hasta el apacible final de Franco.
En países de América latina como Argentina los generales responsables de las muertes en dictadura fueron sometidos a juicio, al igual que en Chile llevaron a juicio a Pinochet,
En Alemania se sometieron al juicio de Núremberg los responsables del holocausto, Israel busco a todos los criminales de Guerra. Sin embargo en España no se juzgo a ningún dirigente ni político ni militar responsables de los asesinatos y torturas provocadas tras la victoria del alzamiento.
En España no solo no tuvimos los juicios de Núremberg, sino que también jamas hubo una causa general contra el Franquismo, a día de hoy no se ha dignificado a los juzgados y condenados falsamente por los Tribunales de Orden Público de la dictadura, no hay un solo acusado por 40 años de genocidio, asesinato, violaciones de los derechos humanos, atrocidades aparadas por el Régimen Fascista de Franco.
En la Alemania actual, está prohibido hacer apología del nazismo y hay leyes estrictas en contra del nazismo, que es considerado un delito, por lo cual es delito nombrar calles o monumentos con nombres como Adolf Hitler o Fuhrer, se castiga con cárcel cualquier homenaje a Hitler o su ideología fascista. Aunque en Alemania las personas pueden pensar distinto, que por supuesto claro que pueden, ya que la legislación alemana no impide el libre pensamiento, pero si que implica un castigo si esas opiniones caen en abalar un genocidio como el cometido por Hitler y su régimen.
En España seguimos manteniendo calles y plazas ensalzando la figura del Caudillo y sus secuaces. Seguimos manteniendo símbolos del franquismo en las paredes de edificios oficiales, de Iglesias o palacios y cada 20 de noviembre en el Valle de los Caidos, el único monumento de exaltación del fascismo que queda en Europa, los falangistas rinden homenaje al asesino cantado el himno ‘Cara al Sol’
Aun a día de hoy sesguen editando libros de texto en los que al hablar de la dictadura se les explica a los niños que fue un periodo de gran crecimiento económico e industrial.
España es el único país del mundo que ha tenido un dictador fascista y el estado aún no sólo no ha pedido perdón a las víctimas, sino que el verdugo, descendientes y secuaces mantienen todos los bienes conseguidos durante la dictadura y de seguro encontraremos también descendientes del régimen en las instituciones.
Santiago Carrillo fue el apoyo más firme de Adolfo Suarez durante la Transición, incorporó al PCE a la democracia en España, e hizo aceptar la bandera nacional y la Constitución, fue un ejemplo de conciliación y de respeto democrático.
Gracias por el comentario.