Pedro Montoliú es eso que solemos llamar un periodista de raza que un buen día decidió dejarlo todo para contarnos nuestra historia, esa parte cercana de nuestra Historia de la que no sabemos casi nada y que, a poco que nos descuidemos, terminaremos repitiendo, desgraciadamente no en sus buenos momentos, sino en sus sonados fracasos.
Viene Pedro de una larga trayectoria de contadores de historias, desde sus tiempos iniciales de colaboraciones en Triunfo, o el diario Informaciones, hasta acabar como como fundador de aquel proyecto de comunicación innovador y democrático al que dieron el nombre de El País. Desde su sección de local se dedicó durante década y media a contarnos Madrid.
Continuó su labor en La Esfera, La Vanguardia, hasta desembocar en la fundación de Madridiario. Pese a su apellido mediterráneo, Pedro es madrileño de pura cepa y su recorrido profesional le ha granjeado el ser nombrado Cronista de la Villa, uno de esos títulos que reconocen el trabajo de una persona que ha dedicado su vida a contarnos Madrid.
Tal vez fuera ese nombramiento, o tal vez algo meditado y acariciado desde siempre, lo que le condujo a renunciar a todo para dedicarse a escribir nuestra historia más reciente, nuestro siglo XX capitalino. Hace unos días ha presentado, en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Madrid, el libro titulado Madrid en los “felices” años 20.
El entrecomillado tiene su explicación y su sentido. Pedro es de los que piensa que en aquellos “felices” años 20 y no en la República, se encuentran los inicios y las causas profundas de la Guerra Civil española. La década se inicia con el desastre de Annual, en el que mueren 11.500 soldados mal entrenados y peor dirigidos, a manos de los rebeldes rifeños.
Annual es el producto dramático y terrible de una corrupción generalizada a cuya cabeza se encontraba el Rey, pero pronto llegaron los intentos de echar tierra que lo tapase todo, utilizando una dictadura como la de Primo de Rivera que acabase con las críticas a base de reprimir cualquier disidencia. La década acaba entre pronunciamientos, revueltas y un malestar generalizado que anuncia la llegada de la República.
Hasta tres alcaldes de Madrid acompañaron a Pedro en la presentación del libro: Almeida, Barranco y Álvarez del Manzano, junto al escritor Andrés Trapiello, la arquitecta Lilia Maure y el editor Miguel Tébar. Todos ellos coincidieron en que los años 20 aparecen, efectivamente, como el momento en que la especulación y la corrupción, actúan como un machete que divide cada vez más la sociedad española. El drama de una clase poderosa y rica ensimismada en sus éxitos económicos y que vive de espaldas a la pobreza, la miseria y las desigualdades que va sembrando a su paso.
Pedro ha publicado ya un buen número de libros dedicados a Madrid, sus mercados, sus ferias, sus fiestas y tradiciones, sus héroes, pícaros y soñadores, su vida villana y cortesana y hasta una voluminosa Enciclopedia madrileña. Pero a esas crónicas, a ese esfuerzo, ha venido a sumarse esta serie de libros dedicados al siglo XX madrileño.
Montoliú nos ha contado ya el año 1900, la Guerra Civil, la posguerra, la dictadura, el largo proceso que condujo hasta la transición a la democracia. Ahora se embarca en la difusión del Madrid de los años 20. En unos años contaremos con los libros dedicados a la República y al Madrid a partir de la primera alcaldía democrática tras la Transición, con Tierno Galván a la cabeza.
Sólo una vez me he embarcado en escribir un libro sobre la capital, dedicado al Madrid del Primero de Mayo y sé lo que cuesta recopilar información, bucear en libros, repasar estanterías de bibliotecas, acopiar fichas, notas en papeles, apuntes de consultas telefónicas y de conversaciones con expertos.
Convertir todo ello en un libro extenso, pero ameno, necesita mucho buen oficio periodístico y Pedro lo tiene. Por eso seguiré atento a su trabajo, a su andadura, a su esfuerzo de reconstrucción de la memoria de este Madrid que, parafraseando a Sabina, resulta en ocasiones tan invivible como insustituible.