-Nosotros somos quien somos. ¡Basta de historias y cuentos! ¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
Así comenzaba éste hermoso y muy poco recordado poema de Gabriel Celaya con el que nos forjamos aquella generación de jóvenes que tuvimos que vivir la transición española. Y aunque es cierto que no vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo, es verdad que el agua de nuestros ríos es turbia casi siempre, atropellada siempre, pero fresca cada vez menos.
También acierta el poeta cuando nos describe como bárbaros sencillos, aunque tal vez no tan sencillos, cada vez menos sencillos. Los tiempos han cambiado y muchas de las afirmaciones del poeta resultan matizables con el paso del tiempo,
-De cuanto fue nos nutrimos, transformándonos crecemos y así somos quienes somos, golpe a golpe, muerto a muerto.
Toda una declaración de intenciones de futuro en Celaya. De cuanto fue nos nutrimos. De nuevo, en esto, aquel hombre bueno intenta que los mejores deseos coincidan con la realidad del país. En líneas generales, visto lo visto, en España a partir de la Transición, el empeño esencial es olvidarlo todo, no recordar nada, comenzar siempre de nuevo, provocar el eterno retorno.
Aún recuerdo a aquellos nuevos dirigentes recién elegidos, con los que me he topado a lo largo de mis años de sindicalismo que hacían limpieza de papeles en mesas y estanterías del despacho que les había tocado, sin mirarlos. Me consta que se trataba de una actitud general y generalizada en partidos políticos, organizaciones sociales, instituciones de todo tipo.
Así hemos perdido, seguro, toneladas de memoria y hasta nos cuesta reconstruir cómo sucedieron las cosas, qué actas se levantaron, cómo preparamos y sacamos adelante las movilizaciones, cómo transcurrieron las negociaciones y hasta qué acuerdos terminamos firmando.
Hay quien dice que todo está en internet, pero no. Hay muchas lagunas de indocumentación y desmemoria. Por eso, cuando acabamos de concluir el 12 Congreso de las CCOO de Madrid, en el que se ha producido un relevo en la Secretaría General, me parece buen momento para concluir el proceso congresual, marcado por el acuerdo de Paloma López con Paloma Vega, recordando estos versos del inmenso Gabriel Celaya.
-Vuelvo a decirte quién eres. Vuelvo a pensarte, suspenso. Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
Somos aquellos grupos que se formaban en la industria, en la construcción, y que se daban el nombre de comisiones obreras. Que se reunían, negociaban, desaparecían y volvían a surgir, se expandían a otros centros de trabajo, se presentaban a las elecciones sindicales franquistas y las ganaban y eran prohibidas y se reorganizaban clandestinamente.
Somos la dirección nacional, encabezada por Marcelino Camacho, que se reúne en el convento de los monjes Oblatos en Pozuelo de Alarcón, el 24 de junio de 1972 y son detenidos, encarcelados, procesados y juzgados el mismo día en que se produce el atentado de Carrero Blanco, provocando una reacción del régimen franquista que conduce a condenas desproporcionadas contra los 10 de Carabanchel de más de 20 años de prisión para algunos de ellos, por defender la libertad sindical.
Somos aquel primer equipo conformado por Fidel Alonso en la legalización y la lucha contra los primeros procesos de reconversión industrial y luego Juan Moreno y aquella primera huelga general de 1985 contra la reforma de las pensiones. Somos las CCOO de Madrid encabezadas por Rodolfo Benito, entre 1987 y 2000 que organizó la primera gran huelga general unitaria, la del 14-D de 1988.
Podría parecer que la presentación de un mal Plan de Empleo Juvenil no daba para una huelga general, pero era eso y más, el combate contra el intento de precarizar el empleo en general, la defensa de pensiones mínimas dignas y la falta de derechos sindicales en la función pública.
Era el final de una crisis y la clase trabajadora quería recuperar salarios, empleos decentes, derechos laborales. El éxito de la huelga no tuvo efectos inmediatos, pero la Propuesta Sindical Prioritaria, presentada al año siguiente, contenía las principales reivindicaciones sindicales y fue transformada en propuestas regionales.
Me tocó afrontar, en los equipos de Rodolfo, muchas de estas transformaciones, que dieron lugar al Consejo Económico y Social, el Instituto Madrileño de Formación, el Instituto Regional de Salud y Seguridad en el Trabajo, la Renta Mínima de Inserción y la participación de los sindicatos en las políticas públicas de empleo, igualdad, inmigración, vivienda, salud, educación, transportes, ordenación del territorio.
El modelo de unidad de acción sindical entre CCOO y UGT en Madrid nació entonces y ha perdurado con buena salud hasta nuestros días y el modelo de de diálogo social, primero con Joaquín Leguina y luego con Ruiz-Gallardón, procede de esa época, aunque el ultraliberalismo de Esperanza Aguirre y el liberalismo ultra de su sucesora, Isabel Díaz Ayuso, terminaron destrozando buena parte de los instrumentos de participación creados en aquella época y destrozando el diálogo social.
El resto es más cercano en el tiempo. La etapa que vivimos a partir del año 2000 durante tres congresos míos y dos más de Jaime Cedrún, ha sido turbulenta, comenzando por golpe regional del Tamayazo, que cambió el designio de las urnas y supuso el pistoletazo de salida a todos los desmanes de la corrupción bajo la presidencia de Esperanza Aguirre.
La solidaridad con el desastre del Prestige, el NO a la Guerra, los atentados del 11-M de 2004, los constantes atentados de ETA y las reacciones de Madrid con concentraciones, manifestaciones impresionantes, como la que organizamos contra el atentado de la T-4, minutos de silencio y de paro en los centros de trabajo, la crisis iniciada en 2008, las imponentes luchas contra los recortes, el 15-M, las mareas, la crisis climática y de remate la lucha contra la pandemia, para mantener la vida y los empleos.
En el trayecto, las huelgas generales de 2002, la del NO a la Guerra en 2003, la de 2010, dos en 2012, entre ellas la primera huelga general europea y la primera internacional del siglo XXI contra los recortes y el Paro Internacional de Mujeres de 2018.
Por el camino, movilizaciones importantes como SINTEL, el Severo Ochoa de Leganés, Telemadrid, Coca-Cola, o los 8 de Airbús y el derecho de huelga para conseguir la abolición del artículo 315.3 del Código Penal por el que cientos de trabajadores se veían amenazados con condenas de cárcel por ejercer del derecho de huelga (Huelga No es Delito).
Y casi al final del poema,
-No quiero justificarte, como haría un leguleyo. Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
Porque de eso va todo esto del sindicalismo. De dar la cara y no justificarse con torticeros argumentos legales y de reconocerse en el pasado, en lo bueno y en lo malo, en los aciertos y en los errores, en cuantos fueron antes que nosotros.
Para sentirlos como suelo firme sobre el que construir un mejor futuro, como camino en el que pasearnos a cuerpo. Para sentirnos vivos y para anunciar algo nuevo.