-Resistiré para seguir viviendo, soportaré los golpes y jamás me rendiré
Es el himno que recorre las ventanas, los medios de comunicación, las redes sociales, infundiendo ánimo, valor y ganas de vivir. Con la que está cayendo no es poco, la verdad. Cada vez que se cruza en nuestro camino un desastre como el que vivimos nos agarramos a una imagen, una canción.
Nos lo recordó Basilio Martín Patino en aquellas hermosas Canciones para después de una guerra, aquella película sobre la música que abrió un resquicio de vida a nuestros padres, sobre todo a nuestras madres, en aquella larga posguerra de 40 años, una guerra prolongada por otros medios, con sus vencidos, humillados y ofendidos y sus vencedores soberbios, irascibles, dueños de la hacienda, la casa, el caballo y la pistola.
La canción se hizo famosa cantada por el Dúo Dinámico. De hecho, uno de sus miembros, Manuel de la Calva, es el autor de la música, pero la letra, esa que nos emociona en estos días,
-Resistiré erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel
la letra es de Carlos Toro Montoro, autor de 1.800 letras de canciones y periodista deportivo. Compuso esta canción pensando en su padre, Carlos Toro Gallego, combatiente republicano, militante del PCE, condenado a muerte por el franquismo y con 17 años de cárcel a sus espaldas. Cuando escucho la canción en la televisión, o en los atronadores altavoces que algunos sacan por la ventana a las 8 de la tarde, en estos días aciagos, me pregunto cuántos conocerán esta historia.
-Aunque los vientos de la vida soplen fuertes soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie
Ahí tenemos el ejemplo de Manuel Prieto, autor de los mejores carteles del Quinto Regimiento, las Milicias Populares, los diarios republicanos, el del V Cuerpo del Ejército Republicano. Prisionero de guerra, asiduo en las colas del Auxilio Social para conseguir una cazuela escasa y aguada, sobreviviendo con chapuzas y algún trabajo precario para la Cámara de Comercio Alemana, o la Embajada Americana.
Terminó consiguiendo empleo en una agencia de publicidad, diseñando portadas de libros, novelas, cuentos, carteles de festejos populares y taurinos y donde fue el encargado de aquella campaña de publicidad que terminó sembrando las carreteras y campos españoles con el famoso toro de Osborne. Cuando algunos se lanzan a la calle, bandera nacional en ristre, con un toro en el centro, poco pueden pensar que enarbolan también la bandera de la I República Española con el toro dibujado por un comunista de la II República.
-Aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré
Otro tanto ocurre con Juan de Ávalos, escultor que llegó a ocupar cargos de dirección en el Museo Arqueológico de Mérida durante la República. A él debemos buena parte del estado en el que hoy conocemos el Teatro Romano de Mérida. Pese a haber combatido en el bando nacional durante la Guerra Civil, al finalizar la misma fue sometido a un proceso de depuración, por su colaboración cultural con la República y por haber sido poseedor del carnet número 7 del PSOE en su ciudad natal, Mérida, resultando condenado a no poder ejercer cargo público alguno.
-Cuando se me cierren las salidas y la noche no me deje en paz
Se tuvo que dedicar a la escultura religiosa, terminó recibiendo homenajes en Oporto, fijando su estudio en Lisboa y participando en exposiciones en Río de Janeiro, o en Buenos Aires, para adentrarse luego en las tendencias vanguardistas del arte moderno.
Un amigo le incita a presentarse al concurso convocado para realizar las esculturas del Valle de los Caídos, año 50, dedica una semana a realizar decenas de bocetos y el dictador, en persona, pese a las reticencias de no pocos franquistas, decide concederle el proyecto. Cuentan que Franco se había parado a contemplar una de sus obras en la Exposición Nacional de Arte de Madrid, celebrada ese mismo año y había comentado,
-Este es el gran escultor que necesita España
Quienes se empeñan en demoler el Valle de los Caídos, o quienes se obstinan en seguir manteniéndolo como centro de peregrinación saben poco de la historia de esas monumentales esculturas. Pienso que las pirámides ganan mucho sin las momias dentro.
-Cuando pierda todas las partidas, cuando duerma con la soledad
Es curioso el poder de los sonidos, las imágenes, la iconografía, que generan personas como éstas. Lo pudimos comprobar con el éxito de una canción como Bella Ciao, en una serie como La Casa de Papel. De himno de la Resistencia de los partisanos italianos contra el fascismo y el nazismo a emblema musical de la otra Resistencia de una serie de televisión, somos la resistencia.
En un mundo que escapa de nuestra capacidad de comprensión, en el que nos sentimos permanentemente engañados, testigos de la injusticia, la incoherencia, incoherentes con nosotros mismos, entre nosotros mismos, necesitamos cada vez más un imaginario de honestidad, necesitamos creer en nuestra capacidad de resistencia.
Casi siempre son los rojos los que ponemos la letra y la música. Es fácil de entender, la derecha aporta egoísmo, cuando votas derecha votas egoísmo, sálvese quien pueda, cuando votas izquierda votas reparto y solidaridad. Por eso se perdona la corrupción de la derecha y no pierde votos, mientras no se perdona una incoherencia en la izquierda. Cada vez que la izquierda pierde su coherencia, pierde elecciones y pierde confianza. Tiene su lógica.
Y si perdemos, perdemos nosotros. Si ganamos, ganan todos. Tiene también su lógica. No ganamos por ser rojos, sino por lo que hacemos siendo rojos. Lo expresaba muy bien Manuel Prieto,
-Toda obra de arte se expone, debe ser juzgada bien o mal, por lo que tenga de buena o mala y sólo a ella le corresponde su defensa.
No conviene olvidarlo ni durante la crisis, ni en las conclusiones que saquemos de ella, ni en cuanto tenemos que hacer para salir de la misma con más libertad, igualdad, solidaridad. Esos valores que no podemos traicionar sin traicionarnos.