Cómo pasa el tiempo. Hace ya 15 años que se nos fue Pamela O´Malley, esa mujer de otro mundo que quiso compartir su vida con nosotros. Murió inesperadamente un 12 de enero de 2006 y a mediados de abril, en el Salón de Actos de CCOO de Madrid, que aún no llevaba el nombre de Marcelino Camacho, le rendimos homenaje, junto a la Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) de la que era Presidenta.
Pamela había nacido en Dublín en 1929. En el año 53 emprendió un viaje con el hombre con el que había decidido vivir, que la condujo a España y aquí se quedó trabajando en el Colegio Británico. Esa era su forma de ganarse la vida, pero bien pronto, en los años 60, entró en el PCE y comenzó su inmenso trabajo para construir una alternativa educativa y democrática con otros profesionales de la enseñanza, como los socialistas Luis Gómez Llorente, o Mariano Pérez Galán.
En aquella etapa de clandestinidad participó en la creación de las Comisiones Obreras de la Enseñanza. Durante mucho tiempo aspiraron a constituir un sindicato único de la Educación, siguiendo el modelo de otros países como Francia. Al final, la transición trajo consigo la constitución de diversas confederaciones sindicales que cerraron la puerta al proyecto unitario de CCOO.
En aquellos duros años finales del franquismo, Pamela participó en la elaboración de la Alternativa por la Escuela Pública en el Colegio de Doctores y Licenciados, uno de esos espacios de relativa libertad donde pudieron fraguarse proyectos de futuro, como éste, que aún siguen siendo referencia de una educación libre concebida desde la izquierda democrática.
Detenida frecuentemente, condenada, encarcelada, fundadora de las CCOO de Enseñanza, pese a las decisiones en contra de la dirección del PCE y, al final, en los duros años de fracturas de la izquierda comunista, expulsada del PCE, integrada en la naciente Izquierda Unida, militante de la Nueva Izquierda y convencida defensora de los derechos humanos, las libertades, la solidaridad desde la ACPP, donde impulsó proyectos de cooperación, educación, construcción de escuelas en diferentes lugares del mundo.
Toda una trayectoria reconocida con la Medalla de Oro del Trabajo a toda una vida dedicada a la educación. Pero Pamela era mucho más que militancia política, sindicalismo, izquierda convencida y una gran profesional de la enseñanza. Era una mujer de su tiempo, una mujer libre que eligió un amor que perdió demasiado pronto y al que recordó toda su vida.
Una mujer a la que todos recuerdan por su capacidad de disfrutar de la amistad, de una corrida de toros, de Madrid, de las risas compartidas viendo a los amigos beber una copa de whisky irlandés, mientras les explicaba cómo la cuna del whisky era precisamente Irlanda. Dispuesta siempre a asistir a una manifestación para defender la Paz en Palestina, la enseñanza pública, o siempre contra cualquier acto de violencia y contra el terrorismo de ETA.
Recuerdo a Pamela en aquellos primeros años en los que me incorporé al Sindicato de Enseñanza, sentada junto a Miguel Escalera, que falleció tan joven, a los 43 años, junto a Cándido Cortés, memoria viva de aquel tiempo de construcción del sindicato con los mejores recursos humanos y tan escasos recursos materiales, junto a Javier Doz, uno de aquellos jóvenes que comenzaron a dirigir las organizaciones de las CCOO tras su legalización.
Pamela O´Malley fue una de aquellas hispanistas, venidas de Irlanda, como antes lo hiciera Gerald Brenan y después lo haría Ian Gibson, a la manera de aquella Rut Ormesby, la única brigadista irlandesa, enfermera, que murió en la guerra de España.
Quince años se cumplen de la muerte de Pamela y conviene recordarla como una de aquellas mujeres que vinieron de otros lugares del mundo, se enamoraron de nuestras gentes y de nuestras tierras y decidieron vivir con nosotros y compartir nuestro destino. The Independent tituló su obituario: Pamela O´Malley, una educadora rebelde en Madrid.
Este año, el próximo 12 de julio, hubiera cumplido 92 años. En nosotras y nosotros, los seguirá cumpliendo.