Habló poco Esperanza Aguirre este verano. Algo inusual en ella, acostumbrada a hablar de forma intermitente en el verano. Volvió y sus primera andanadas sobre el caso Bolinaga, en buena sintonía con Mayor Oreja, parecían indicar que había recobrado bríos pasados, en esa pugna abierta en el PP, donde Esperanza Aguirre dista de ser un verso suelto, sino, como ella misma afirma, un verso que rima con la inmensa mayoría de votantes de esa formación política.
El debate sobre el estado de la Región parecía que podría ser el escenario propicio para escenificar la fortaleza política del Tea Party en España, con propuestas atrevidas destinadas a poner en evidencia a Mariano Rajoy y sus “acomplejados” seguidores.
Parecía, digo, porque ninguna de las propuestas de Aguirre avanzaron con buen pié por el salón de Plenos de la Asamblea madrileña.
La propuesta estrella parecía ser la de Eurovegas que prometía 26.000 millones de euros en inversión y 216.000 empleos y sin embargo, la defensa de Eurovegas no consumió más allá de unas escuetas frases sobre la cantidad de empleo que generará en una Comunidad aterrorizada por el paro.
Es difícil entender que crear 216.000 empleos parece, cuando menos, una exageración. Y que obtener créditos por valor de 26.000 millones de euros, en una Comunidad cuyo presupuestos decrece hasta los 16.000 millones y en una España incapaz de poder avalar operaciones fantasiosas, está muy lejos de pasar más allá del cuento de la lechera.
Más allá de Eurovegas, la reiterada voluntad de privatizar Telemadrid y la obsesión antisindical, plasmada en que 17 millones de euros destinados a formación para trabajadores que pretenden ser dedicados a formación de empresarios y pago de cuotas de su seguridad social. Algo imposible, si tenemos en cuenta que tanto la Ley de Seguridad Social, como los decretos reguladores de la formación de los trabajadores, los Presupuestos Generales del Estado y hasta el Tribunal de Cuentas, determinan claramente el destino de estos fondos.
Poco más en el debate sobre la Región, salvo reivindicar la bondad de sus políticas anteriores, devoradas por la crisis.
Hartazgo, cansancio, agotamiento del proyecto político del PP en Madrid, encabezado por una Esperanza Aguirre que sólo pudo esgrimir acusaciones de comunismo, estalinismo, socialismo, dirigidas a sus adversarios.
Esperanza Aguirre ha tardado menos de una Semana, desde aquel debate, en presentar su dimisión como Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Desde el mismo momento de las elecciones autonómicas he escuchado muchas especulaciones sobre el momento en que Esperanza Aguirre dimitiría. Se puso fecha a esa dimisión: Diciembre de 2011. Pero entramos en 2012 y la dimisión no se consumó.
Se especulaba con su intención de disputar la Alcaldía de Madrid como culminación de su carrera política, o con la gravedad de su enfermedad. Al final, la salud, la familia, los motivos personales, han desencadenado la dimisión.
Cada vez que me he enfrentado a una dimisión de un compañero o compañera, he apelado a la responsabilidad para cumplir el compromiso contraído para evitar la pérdida. Salvo cuando me he enfrentado a motivos personales, familiares, o de salud.
Son sonados los desencuentros, los conflictos y la confrontación que he mantenido con ella, pero precisamente por eso, no cometeré el error de reprochar a Esperanza Aguirre su decisión. Sólo cabe desearle lo mejor en lo personal, lo familiar y en su salud.
Queda para otro momento, el Madrid que será tras Esperanza Aguirre. El tiempo dirá si tienen fundamento las especulaciones sobre otros motivos para tomar esta decisión. Pero eso será otro día.
Francisco Javier López Martín