Me invitan en la Universidad de Castilla–La Mancha, en el marco de un curso organizado por el Aula de Estudios Laborales y Seguridad Social, impulsada por CCOO, a debatir sobre la precariedad laboral que supone el uso y abuso de las prácticas no laborales en las empresas. Los medios de comunicación derrochan páginas hablando del paro juvenil y la importancia de las prácticas en las empresas. Abundan titulares como “El desempleo juvenil supera un 60% en Castilla-La Mancha”. Algunos de ellos se hacen eco del drama del empleo juvenil en nuestro país, “El 97% de los jóvenes tiene un contrato temporal”.
De vez en cuando un medio de comunicación anuncia que “España es el segundo país de Europa en número de becarios y el que peor les paga” hasta el punto de que, “Más de la mitad de los becarios mayores de 30 años trabaja gratis”.
Incluso, cuando aparece una buena noticia, como el hecho de que le Tribunal Supremo, ante un recuso de CCOO, exija la inscripción y cotización a la Seguridad Social de los becarios, el periodista constata que un buen número de empresas decide utilizar “becarios en negro”.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? En primer lugar porque vivimos instalados en una sociedad neoliberal que sabe aprovechar algunos elementos de sentido común para favorecer los intereses privados.
Se han aprovechado ideas que suenan bien, en principio, para devaluar el derecho individual de cada persona a una formación a lo largo de la vida, en un intento descarado de poner la formación al servicio de la empresa y de la precarización de la condiciones de trabajo.
Una de esas ideas es que “no hay cualificación sin formación práctica”. Una idea sometida a otro planteamiento central, que define “la empresa como lugar privilegiado de aprendizaje”. Ideas que terminan situando a la formación muy lejos de la persona y muy cerca de los intereses empresariales. Según esta forma neoliberal de entender las cosas “la mejor cualificación y formación se adapta a las necesidades de la empresa”.
Estas ideas convertidas en mantras repetidos incansablemente, terminan produciendo una devaluación de la educación y la formación formal, especialmente la impartida en centros públicos, porque nunca responde sin rechistar a las demandas de las empresas.
Un efecto efecto inmediato de estos planteamientos es el aumento de la precariedad en las condiciones de inserción laboral. Para mejorar la «empleabilidad»hay que someterse a la idea de que nunca estás suficientemente preparado y aceptar una cadena de prácticas que conducen a una cualificación que nunca se consigue.
En Europa han constatado que el paro juvenil es demasiado alto y que el empleo que consiguen los jóvenes es temporal y precario. Pero la respuesta de la Europa neoliberal consiste, tanto desde las políticas de empleo, como desde las educativas, en adaptar la cualificación de las generaciones más jóvenes, a las necesidades de las empresas.
De hecho la estrategia Europea 2020 combina las políticas y programas de juventud, educación y empleo (Fondo Social Europeo, Garantía Juvenil, Erasmus,….) para reducir el abandono escolar al 10%, promoviendo la formación en alternancia y dual, con el objetivo de facilitar la “transición del sistema educativo al laboral”. El abandono educativo en España se sitúa en el 21,9%. Aún desde esta perspectiva neoliberal, queda mucho por hacer.
La Directiva 8 de las políticas de empleo invita a los Estados a “establecer sistemas para que los jóvenes, especialmente los que no tienen trabajo y no tienen ningún tipo de formación, o tengan posibilidad de conseguir un primer trabajo, adquieran experiencia laboral, o tengan posibilidad de continuar su educación y su formación, entre otras cosas, a través de puestos de formación en prácticas….”. Uno de los objetivos marcados es incrementar las tasas de empleo hasta el 75% entre los 20 y los 64 años.
En este contexto europeo, las prácticas no laborales no suponen un fenómeno nuevo en España, De hecho las sucesivas reformas educativas y las políticas activas de empleo han ido introduciendo en la FP, en la formación para el empleo y en la universidad, las prácticas en empresas. El cambio sustancial es que, a partir de la crisis económica, desde Europa y desde el Gobierno se han puesto en marcha medidas de ayudas, bonificaciones, e inversiones en las empresas para impulsar las prácticas.
El mapa de las prácticas no laborales en España incluye en estos momentos muy diferentes modalidades. Las prácticas que cuentan con algún tipo de regulación incluirían las que figuran dentro de algún proceso formativo. Por ejemplo, los módulos de Formación en el Centro de Trabajo, incorporados en cursos de Formación profesional inicial, en Ciclos de grado medio y superior y en cursos de especialización.
En este paquete se encontrarían los módulos de prácticas en certificados de profesionalidad. Las prácticas no laborales en empresas para trabajadores desempleados. Las prácticas académicas externas de los estudiantes universitarios, o la formación dual en el sistema educativo. Después de la formación también existen programas de prácticas laborales en empresas para jóvenes sin experiencia laboral.
Además de estas fórmulas que cuentan con algún tipo de regulación, se han instaurado un buen número de programas de becas en instituciones públicas y privadas para estudiantes con estudios superiores (F.P ó Universidad), sin regulación, salvo la obligación de cotizar a la Seguridad Social.
Estas prácticas no laborales se formalizan mediante acuerdos, o convenios, entre las empresas y los centros de formación, el SEPE, las universidades, o las administraciones. En el mejor de los casos existe además un acuerdo entre empresa y trabajador/a, como en el caso de la formación de personas en desempleo.
En las prácticas, los derechos de las personas varían, incorporando ayudas al desplazamiento, al transporte, manutención, o alojamiento. En el caso de los estudiantes universitarios no existen ayudas, aunque sí la obligación de cotizar a la seguridad social. En algunas Comunidades Autónomas en la formación dual se establece una beca mínima. En el caso del País vasco, la beca se sitúa en el 60% del salario mínimo interprofesional (SMI).
En cuanto a las empresas, las ventajas pueden variar desde 6 euros por hora de prácticas, en el caso de certificados de profesionalidad, o prácticas de personas desempleadas, a la bonificación a las cuotas a la Seguridad Social, en el caso de estudiantes universitarios, u otras ayudas establecidas por Comunidades Autónomas.
Uno de los problemas de este tipo de prácticas no laborales es que la Representación Legal de los Trabajadores de la empresa recibe, como mucho, información de los convenios suscritos por la empresa y en algún caso, como los certificados de profesionalidad, la relación de personas en prácticas. En el caso de estudiantes universitarios ni eso.
El caso de las prácticas posteriores a la formación es también sangrante. El acuerdo de prácticas no laborales sustituye al contrato en prácticas, con menor duración del contrato, con menores costes para la empresa y con una expropiación de la condición de trabajador o trabajadora de la persona. Basta para ello que la empresa concluya un convenio con el SEPE (el Servicio Público de Empleo) y la firma de un acuerdo (no un contrato laboral) entre la empresa y la persona en prácticas. El coste de la beca de apoyo equivale al 80% del IPREM, un indicador público aún más bajo que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). La duración se mueve entre 6 y 9 meses y si hay compromisos de contratación, la empresa recibe ayudas para la tutoría y evaluación.Los comités de empresa y la Representación Legal de los trabajadores sólo tienen que recibir información sobre los acuerdos suscritos, dejando a las becarias y becarios en desprotección absoluta en sus relaciones con la empresa.
Junto a estas modalidades reguladas, se han ido implantando múltiples programas de becas de instituciones públicas y privadas para estudiantes con estudios superiores. Los becarios y becarias propiamente dichos, Sus prácticas no se vinculan a un programa formativo y el empresario no tiene más obligación que cotizar a la seguridad social, en el caso de mediar una ayuda económica, o beca.
Estudios de la Comisión Europea señalan que España es el país europeo, tras Eslovenia, donde más jóvenes con titulación trabajan en prácticas. Pero somos, el país europeo que menos paga a sus becarios y becarias, hasta el punto de que sólo el 42% recibe compensación económica o beca. Sólo una de cada tres personas becarias consigue un contrato de trabajo en la empresa y más del 10% repite prácticas dos y tres veces.
Es tal el abuso en la utilización de estas prácticas, especialmente en España, aunque no sólo en España, que en 2014 el Consejo de la Unión Europea aprobó una recomendación sobre el marco de calidad para los periodos de prácticas.
A modo de conclusión, podríamos afirmar que tenemos demasiadas fórmulas y normas que afectan a la realización de prácticas entre los jóvenes, lo cual incide más en la precarización de su inserción laboral, que en su formación. Nada justifica las diferencias en garantías y derechos de las personas en función del marco en el que desarrollan sus prácticas (laboral, educativo, administración central, autonómica, otras instituciones…..)
En concreto, las prácticas no vinculadas a procesos formativos son mecanismos perversos que precarizan la inserción laboral de nuestra juventud. Una precarización en la que participan masivamente empresas, administraciones públicas (con becas institucionales), o universidades (con prácticas extracurriculares).
Se acercan tiempos de elecciones. El 20-D vamos al elegir a nuestras y nuestros representantes políticos. Al Gobierno de España. Siempre es posible hacer cosas, pero ahora hay que arrancar compromisos de quienes nos van a representar y gobernar.
CCOO llevamos planteando qué queremos en esta materia. Compromisos para construir un modelo de formación que asegure el derecho de cada persona a la formación. Que asegure el buen uso de los recursos, que fortalezca la formación a lo largo de toda la vida, también en las empresas, con calidad y derechos.
Compromisos para simplificar los modelos de prácticas formativas, dotándolos de unos criterios homologados de edad, duración, garantías contra el fraude, papel de los centros públicos, evaluación, control sindical.
Es la hora de comprometer la negociación de un Estatuto de la persona en prácticas, como se reclama desde Europa, para crear un marco de calidad en el espacio europeo, para los periodos de prácticas. Compromisos de acabar con la esclavitud de los becarios, impulsando los contratos laborales en prácticas, con regulación de los derechos y condiciones de trabajo, porque los problemas de inserción laboral de nuestros jóvenes tienen más que ver con la falta de empleo, que con la utilización y abuso de la precarización del empleo juvenil.
Hora de arrancar un compromiso de negociar con empresarios y sindicatos un auténtico Pacto de Formación Profesional, que impulse un Programa Nacional de Formación Profesional, centrado en nuestros jóvenes, en las personas adultas sin cualificación, en la acreditación de las competencias adquiridas por la experiencia profesional, en la detección de nuevas necesidades y de necesidades no bien cubiertas.
A ver si en este país alguien se plantea,en algún momento, que además de inaugurar, hay que evaluar sin miedos y sin complejos, las políticas. Esa es la base para, entre todos, poder mejorarlas.
Desde CCOO hemos puesto a disposición de la juventud, la representación de los trabajadores y trabajadoras en las empresas, nuestras secciones sindicales y nuestros delegados y delegadas, una Guía de aprendices, Becarios y Trabajo Precario, para no perderse en esta maraña de modalidades de prácticas. Para identificar el caso, el problema, el escenario al que nos enfrentamos en cada empresa.
Igualmente hemos puesto en marcha una Asesoría de Formación en tu Empresa, en la que consultar cualquier duda o problema.Por último, desde nuestras asesorías jurídicas, y desde nuestra acción sindical, defendemos a quienes deciden emprender acciones para solucionar los problemas derivados de abusos empresariales en la utilización de las prácticas.
Es hora de soluciones políticas y de defender sindicalmente un futuro laboral digno para nuestra juventud.
Francisco Javier López Martín