Esta crisis comenzó en 2007, con la caída de Lheman Brothers en Estados Unidos, cuyo máximo responsable en Europa era un tal Luis de Guindos, hoy pasado a mejor vida, como ministro plenipotenciario de Mariano Rajoy.
Lheman Brothers no era cualquier cosa. No era sólo un banco, sino un conglomerado de sociedades de inversión y servicios financieros que operaba por todo el mundo, y que venía funcionando desde 1850. Había resistido la Guerra Civil de Estados Unidos, la crisis bancaria de 1907, el crack de la Bolsa y la crisis del 29, la denominada Gran Depresión y dos Guerras mundiales. Ha superado escándalos económicos y crisis financieras, pero no resistió la crisis de las hipotecas subprime. La crisis mundial de los paquetes de inversión de créditos subprime. En Agosto de 2007 entra en crisis, en pérdidas, brutales, que llevan a la quiebra en septiembre de 2008. Los créditos subprime son créditos de alto riesgo, casi siempre hipotecarios, repartidos en paquetes de inversión por todos los bancos, entidades financieras e inversores de todo tipo en el planeta.
La crisis financiera es planetaria, pero en Europa sus efectos sobre el crecimiento son mayores. Otros países crecen, mientras Europa mengua, sacrificando a países enteros en aras de un déficit cero que conlleva recortes de inversiones públicas y gastos sociales que impiden la reactivación económica, desincentivan el consumo y producen más paro, para atender sólo los intereses de la Alemania de Angela Merkel.
Desde que la crisis comenzó a golpear a España, CCOO venimos planteando la necesidad de un Pacto de Estado político y Social. Algunos han entendido la voluntad de negociar y dialogar como debilidad de unos sindicatos criticados, cuestionados, acosados y acusados de ser los responsables de la muerte de Manolete.
Han pesado más las presiones de los mercados insaciables y nunca contentos, que las continuas propuestas de diálogo. Ni gobiernos, ni oposiciones, ni empresarios, han dejado fluir el proceso de negociación y, cuando lo han hecho, han terminado dando un zapatazo en la mesa de negociación. Así ocurrió en los procesos de negociación sobre mercado laboral en 2010, de la mano del hoy en el banquillo Gerardo Díaz Ferrán, que condujo una primera reforma laboral del Gobierno de Zapatero, respondida con la Huelga General del 29-S y luego en 2011, con la reforma de la negociación colectiva, que terminó con la credibilidad del Gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Para colmo de males, cuando bajo un nuevo Gobierno, ahora del PP, conseguimos alcanzar un acuerdo con CEOE, en materia de Negociación Colectiva, las huestes de Mariano Rajoy entran como elefante en cacharrería, devaluando el diálogo, la negociación y el Acuerdo, al imponer una Reforma Laboral que constituye una auténtica provocación y convocatoria de Huelga General. De nuevo un sector del empresariado irresponsable de la mano de Arturo Fernández, aplaude a rabiar la devaluación del Acuerdo de Negociación Colectiva.
No ha hecho falta explicar lo que se entiende perfectamente: el derecho laboral es sustituido por el derecho del empresario. Se ningunea la negociación colectiva y se abarata y facilita el despido.
Los mercados han mandado inmediatamente sus señales. España es cada vez más inestable e insegura. Un país en riesgo. La bolsa baja, la prima de riesgo sube y Alemania sigue forzando recortes presupuestarios que debilitan aún más nuestra economía, nuestro empleo y nuestro Estado Social.
No saldremos de esta crisis sin inversión pública, reactivación económica y creación de empleo, pero las posiciones ultraliberales asentadas en el área económica del Gobierno parecen empeñadas en despeñar el país con todos sus habitantes dentro.
La Huelga General del 29M ha sido un éxito. El rechazo a la Reforma Laboral y los recortes sociales ha sido masivo. No estamos ante el fin de nada. No vamos a permitir que la resignación nos lleve a un callejón sin salida.
Las movilizaciones van a continuar hasta que el Gobierno cambie sus políticas. Hay otras alternativas. Hay otras propuestas y queremos que sean escuchadas, negociadas y atendidas.
Francisco Javier López Martín