MADRID: UNOS PRESUPUESTOS AUTONÓMICOS AHOGADOS POR LOS RECORTES

El debate presupuestario no ha hecho más que comenzar. El debate parlamentario y social será intenso y largo, a medida que conozcamos pormenorizadamente las partidas de los Presupuestos Autonómicos y la Ley de Acompañamiento, que incorpora medidas fiscales y administrativas.

Sin embargo, ya de entrada, el recorte presupuestario es tan importante que merece la pena realizar unas primeras valoraciones. Los recortes del Presupuesto Madrileño provienen de dos causas. La primera de ellas tiene que ver con una política fiscal de Esperanza Aguirre que elimina impuestos como el del Patrimonio, al tiempo que reduce a la mínima expresión otros como el de sucesiones y donaciones.

Reduce los ingresos por IRPF, beneficiando especialmente a los más ricos y aplica otras deducciones fiscales por donaciones, o por gastos educativos, como la compra de uniformes escolares en colegios privados. Por esta vía Esperanza Aguirre ha renunciado a recaudar 21.500 millones de Euros desde que puso en marcha estas rebajas fiscales.

El Gobierno que la ha sucedido, no corrige esas políticas que impiden ingresar recursos necesarios, sino que mantiene las rebajas y deducciones fiscales heredadas.

La otra causa se encuentra en la condena de Mariano Rajoy a las Comunidades Autónomas, obligándolas a cumplir objetivos de déficit superiores a los del propio Gobierno Central, al tiempo que se empeña en no revisar un sistema de financiación autonómico que castiga especialmente a Madrid.

La consecuencia de la suma de estas dos causas, es terrible para Madrid, que afronta un escenario presupuestario con 2.7 00 millones menos que el año anterior. El Gobierno Regional, que no revisa la malsana política fiscal de Aguirre, plantea aumentar sus ingresos a base de dudosas aportaciones como la venta de patrimonio de todos los madrileños, cobrando un euro por receta sanitaria. Aumentar los dividendos del Canal de Isabel II, desarrollos urbanísticos y esperar que el Estado liquide más.

Aún así, pese a unas expectativas más que dudosas, de ingresar 1.335 millones de euros más, los gastos autonómicos tendrán que reducirse en 1.424 millones de euros, un 7,7 por ciento sobre 2.012.

Para conseguirlo hay que someter al Presupuesto a una tensión insufrible. Todos los servicios no sanitarios de la red hospitalaria, ya sean cocinas, lavanderías, almacenes, o mantenimiento, serán externalizados.

Todos los nuevos hospitales serán vendidos a empresas privadas. Se privatizará el 10 por ciento de los Centros de Salud. El coste de asistencia sanitaria pretende pasar de 600 euros por habitante a 441 euros. Casi 160 euros menos.

La Educación sigue sufriendo los recortes en becas de libros o comedor, mientras aumentan las becas de excelencia de 1.500 a 2.250, aumentando sus dotaciones hasta 3.000 euros/alumno. Las Universidades Públicas vuelven a sufrir un nuevo recorte del 17 por ciento.

Las políticas de empleo son condenadas al más absoluto abandono. La responsabilidad de las políticas de empleo descansarán en las empresas privadas de colocación. La Cooperación Internacional, simple y llanamente, desaparece.

Las políticas de transportes caen un -21 por ciento. El empleo público perderá 1.500 efectivos. Hasta programar sociales que aparentemente crecen, como el de Renta Mínima, para atender a las familias sin ingresos, tienen truco, pues aunque crecen un 59 por ciento hasta 82 millones, ocultan que el gasto real ejecutado durante 2012 se encuentran en torno a los 76 millones de euros.

Incluso programas emblemáticos, como el reforzamiento de la policía local con las BESCAM, se reducen considerablemente.

El debilitamiento de la capacidad protectora del Estado Autonómico, amenaza con ser irreversible con estos presupuestos. Y esto ocurre cuando la crisis golpea con mayor brutalidad a la ciudadanía. Una ciudadanía que necesita más que nunca sentirse protegida por el proyecto común de convivencia.

Quienes se empeñan en debilitar el Estado, sólo siembran un campo de minas de fracturas sociales, que tienen consecuencias irreparables para nuestro futuro como país. Quienes tanto airean la unidad de la patria, deberían pensar seriamente en estas cosas, en lugar de ondear tanta bandera nacional. Porque no hay patria sin derechos, sin libertad, sin igualdad.

El 14 de Noviembre, la Huelga General, debe convertirse en el momento para que los trabajadores y trabajadoras, la sociedad, defendamos la necesidad de abandonar esta senda estéril e inútil de los recortes impuestos, para avanzar en la salida de la crisis, defendiendo la inversión, el empleo y la protección de las personas.

Francisco Javier López Martin

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