La Comunidad de Madrid conmemora el Día de la Constitución el 4 de Diciembre, con una recepción en la Casa de Correos de la Puerta del Sol, sede del Gobierno Regional. Ese día la Delegada del Gobierno en Madrid y el Presidente de la Comunidad pronuncian sendos discursos sobre el valor de la Constitución española.
Discursos sobre Cataluña, la unidad de España, las perfidias de cuantos reniegan de la Unidad de España y la necesaria unidad de España.
Acabamos de conocer, esa misma mañana, que hay 4.400 personas paradas más que hace un mes y 4.900 personas afiliadas menos a la Seguridad Social. 33.000 contratos menos que el mes pasado. Pero esas 553.000 personas paradas, de las cuales 268.000 no tienen prestación alguna, quedan eclipsadas en los discursos, por la unidad indisoluble de la patria, única obsesión de quienes nos gobiernan.
La Constitución es una Carta de Derechos fundamentales y ciudadanos que nos hacen libres e iguales, poniendo límite a las ansías de poder y dinero de los poderosos. Sin derechos no hay patria y sin Constitución no hay Nación, Estado, País, o como quiera llamarse a ese espacio de convivencia social en el que vivimos.
En un país en el que el derecho al empleo, a una vivienda, a la Sanidad, la educación, se convierten en papel mojado, los discursos de unidad suenan a sarcasmo.
Unos pocos trabajadores y trabajadoras de Telemadrid, que sufren la amenaza de un Expediente de Regulación de Empleo con el que pretenden destruir 925 empleos de los 1.175 que hay en la cadena, han entrado en la recepción. Una vez terminados los actos institucionales, los discursos, los coros y el himno nacional. Mientras da comienzo el reparto de canapés y bebidas, intentan entregar una carta al Presidente de la Comunidad, una carta en la que se habla de Constitución, de derecho al empleo, de necesidad de negociar, de buscar otras salidas, que no pasen tan sólo por el despido del 80 por ciento la plantilla.
El año pasado fueron los profesores y profesoras los que entregaron una camiseta verde a Esperanza Aguirre, sin mayores contratiempos. Sin embargo, en esta ocasión, la seguridad privada y hasta algún oficial de policía nacional, en uniforme de gala, empujan a las mujeres de Telemadrid, provocando la caída de alguna de ellas.
Las cosas no fueron a más, pero ahí estaba la Brunete mediática grabando mi enfrentamiento con uno de los empujadores que me insta a no meterme por medio. Ahí estoy yo diciéndole que “Me meto donde me sale de los cojones”. “Que mal hablado”, replica el oficial uniformado, al tiempo que masca chicle incansablemente. “Sí, muy mal hablado”, le respondo.
Los trabajadores y trabajadoras de Telemadrid se hacen algunas fotos en el escenario de la Constitución. Junto a ellos el policía de gala, empeñado en aparecer en todas las fotos y desatendiendo a los profesionales de Telemadrid, que le recomiendan que deje de mascar chicle, que luego da muy mal en la pantalla de la tele.
Mientras salimos del acto, pienso en quien honra más la Constitución hoy. Quienes alardean de una unidad cada día más carente de derechos sociales reconocidos por la Constitución, pero negados a la ciudadanía, o estos trabajadores y trabajadoras de Telemadrid que defienden 925 derechos constitucionales al empleo.
Yo lo tengo claro. Su orgullo es mi fuerza. A ellos y a nadie más nos debemos.
Francisco Javier López Martín