Me piden en Madridiario un artículo sobre el papel de los sindicatos en el siglo XXI, que formará parte del libro “Madrid Siglo XXI”. La idea que engarza este proyecto es definir qué Madrid queremos construir, desde el presente. Me parece un empeño loable y apasiónate al que merece que dedique algunas páginas.
Comenzaré con una obviedad, que no lo parece tanto en estos momentos tristes, en los que hay que demostrar lo evidente. Los sindicatos son trabajadores y trabajadoras que se organizan para defender sus derechos laborales. Así lo reconoce nuestra Constitución.
No se entiende este reconocimiento, sin recordar el papel de las Comisiones Obreras (CCOO), desde mediados de los 50, en la lucha antifranquista en los centros de trabajo. Una lucha que fue perseguida por los Tribunales de Orden Publico que condenaron a muchos sindicalistas a años de cárcel por organizar huelgas, manifestaciones, repartir panfletos y volantinas, reunirse en las iglesias.
Aquellos actos merecían cárcel, con frecuencia torturas y, en ocasiones, la muerte. En una huelga murió Pedro Patiño, en un convento cayó la cúpula de la CCOO juzgada en el proceso 1001 y condenados sus miembros a décadas de cárcel. El 24 de Enero de 1977, caían acribillados a balazos nueve abogados en el despacho laboralista de las ilegales CCOO, en la calle de Atocha, 55, muriendo cinco de ellos.
Sin CCOO no hubiéramos conseguido abrir las puertas a la libertad y la democracia, ni tendríamos esta Constitución. Sin sindicatos no tendríamos convenios colectivos que regulan el trabajo en las empresas, ni prestaciones por desempleo, ni pensiones públicas. La Sanidad Pública tiene su origen en la defensa de la salud de los trabajadores. La enseñanza pública se origina en la necesidad de formar generaciones de trabajadores.
Si hay leyes que protegen la salud laboral en las empresas. Si hay pensiones no contributivas, salarios sociales y rentas mínimas. Si se protege la maternidad, o la no discriminación en las empresas por razón de sexo, raza, orientación sexual. Si existe una ley de atención a las personas dependientes, mayores, o discapacitadas, es gracias a los sindicatos. Las personas trabajadoras vertebran la sociedad. Son la mayoría de los consumidores, vecinos en los barrios y pueblos, ciudadanía en la sociedad.
Cuando digo sindicatos me refiero a esos miles de personas trabajadoras que un día deciden organizarse con otras personas, para defender una vida digna y un trabajo decente. Cerca de 170.000 en CCOO de Madrid. 1.200.000 en CCOO en toda España.
La mayor riqueza de un país reside en sus trabajadores. En tiempos de crisis la mejor inversión de un país es preservar la vida, la formación, la salud, la cohesión social que aportan sus trabajadores. Serán ellos los que reconstruirán una economía maltrecha. Las familias que consumirán. Serán padres y madres en los colegios de sus hijos. Los que constituirán ciudad y ciudadanía.
Quieren opinar, participar, ser libres para decidir su futuro. Prefieren el diálogo, la negociación, el acuerdo, al conflicto. Saben que un futuro sin derechos, no merece tal nombre. Saben que la libertad y los derechos hay que defenderlos cada día en las empresas, en las calles, en cada mesa de negociación.
Los sindicatos somos y seguiremos siendo parte de esa lucha. Será larga y dura, pero no la vamos a esquivar. Porque nuestra patria es el trabajo, y en él nos va la vida. La nuestra y la de nuestras hijas e hijos.
Francisco Javier López Martín