MANDESLTAM (III): ODA A STALIN

Ya hemos hablado de la triste historia de Mandelstam. De su poema sobre Stalin nunca escrito. Su libertad vigilada, la nueva condena a campos de trabajo. Su muerte. La pregunta de Stalin a Boris Pasternak. Quiero terminar la serie hablando sobre su Oda a Stalin.

Durante aquel destierro forzoso en Vorónezh, Mandelstam recibió órdenes y presiones para componer un poema en honor de Stalin. Un poema que terminó escribiendo.

El poema es forzado por las circunstancias terribles, pero nadie puede asegurar que no sea sincero en el momento de ser escrito. Nadie puede conocer, salvo quien los ha sufrido, los efectos devastadores del poder absoluto sobre una persona. Esa demostración de la capacidad de humillar, de hacer sentir el peso del dueño y señor de tu vida, de tus pensamientos, de tu creación. Ningún espacio, por íntimo y privado que sea queda al margen del asedio.

La propia esposa de Mandesltam, Nadiezhda, deja constancia del momento, de la locura, del miedo, que atenazaba al poeta, cuando escribió aquel poema. La Oda a Stalin.

La Oda a Stalin apareció en los cuadernos de Vorónezh. Pero terminó desapareciendo de la recopilación de versos compuestos en los Urales.

Mandelstam murió el 27 de Diciembre de 1938. El 5 de Mayo de 1953, moría Stalin. Durante el XX Congreso del PCUS, Jruschov pronunció un Discurso Secreto que condenó el culto a la personalidad, los crímenes cometidos por Stalin y ratifica la desestalinización. Estamos en 1956. Por el camino han quedado millones de víctimas. Unos hablan de 3 millones. Otros hablan de más de 20 millones.

Mandelstam fue rehabilitado en ese mismo 1956 de la condena a trabajos forzados, la de 1938, pero tuvo que esperar a 1987 para ser rehabilitado de la condena, por el poema sobre Stalin, en 1934. A título tardíamente póstumo.

Cuando pides a los buscadores de internet poemas de Mandelstam sobre Stalin, abundan las referencias al poema en el que, sin nombrarlo, critica a Stalin. Sin embargo las dificultades son mucho mayores para encontrar los poemas dedicados a alabar a Stalin.

Tal vez sea un consuelo efímero y hasta vano comprobar que la condena de Mandelstam ha perdurado durante más tiempo que la de Stalin contra él. Sin embargo todo dictador alienta el secreto deseo de que el futuro será benevolente con él. Y en esos términos el consuelo se convierte en esperanza.

El poder de la palabra no es efímero, ni vano, y hasta la propia Oda a Stalin es el mejor alegato contra aquellos lugares donde nunca debimos ir y a los que nunca deberemos volver.

Francisco Javier López Martín

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