Nos acercamos al 10 Congreso de CCOO de Madrid. Venimos y nos hemos instalado, en un proceso marcado por la crisis y el paro. Por los duros recortes laborales y sociales. Por una conflictividad laboral y social en ascenso. Una crisis que, más allá del empobrecimiento generalizado de nuestra sociedad, que todos podríamos reconocer y afrontar, está siendo utilizada como justificación para desmontar el modelo social que nuestra Constitución define como Estado Social y Democrático de Derecho.
Los últimos años han sido demoledores para el empleo, fundamentalmente a causa de que nuestros gobiernos se han plegado al objetivo único y obsesivo de combatir el déficit público, siguiendo las consignas de la troika que gobierna Europa bajo la batuta de Angela Merkel.
Madrid es la capital de España y campo de experimentación de las recetas neoliberales en lo económico y neocon en la política. El trato dado al empleo en la educación pública, en la sanidad pública, o en Telemadrid, lo dicen todo sobre el desprecio a las personas y al elemento esencial para su supervivencia, que supone contar con un puesto de trabajo.
A lo largo de estos más de cuatro años de dura crisis hemos perdido en Madrid 317.000 empleos. Del empleo perdido 296.000 son asalariados. Tan sólo en el último año hemos perdido 107.000 empleos. Hemos perdido en Madrid cerca de 300 empleos cada día. Nuestra tasa de ocupación ha bajado hasta el 52´2 por ciento. Sólo una de cada dos personas en edad de trabajar lo está haciendo.
El efecto sobre el empleo masculino ha sido demoledor. 259.000 hombres han perdido su empleo, frente a casi 58.000 mujeres. Sin embargo, la tasa de ocupación de las mujeres sigue siendo casi diez puntos porcentuales inferior a la de los hombres en Madrid.
La mayor pérdida de empleo masculino se debe a que son sectores masculinizados los que han sufrido hasta ahora el golpe de la crisis. 182.000 empleos en la construcción y más de 70.500 en la industria madrileña. En los últimos dos años, los recortes sociales en servicios públicos han producido la pérdida de más de 47.000 empleos públicos.
Durante la crisis han perdido s empleo 1 de cada 5 inmigrantes, 1 de cada 3 trabajadores con contrato temporal y 1 de cada 2 jóvenes menores de 25 años. Hoy la tasa de paro de nuestros jóvenes llega al 50 por ciento. La tasa de paro de las personas que tienen entre 35 y 54 años ha crecido un 281´5 por ciento. El número de personas paradas ha pasado de 209.000 a 628.000. Es decir, se ha multiplicado por tres.
Lo más grave es que un tercio de las familias tiene más de la mitad de sus personas en edad de trabajar en situación de desempleo. Uno de cada dos personas paradas lleva más de un año en el paro y una de cada cuatro más de dos años parada. El 51 por ciento de las personas paradas no cuenta ya con subsidio, prestación o ayuda económica por desempleo.
La prioridad absoluta de nuestros gobernantes debería ser el empleo. Su mantenimiento, la creación de empleo, la atención a las personas desempleadas. Porque no saldremos de esta crisis mientras sigamos perdiendo empleo, mientras los salarios sigan amenazados, mientras las personas desempleadas no puedan asegurar la supervivencia de sus familias. Sin empleo, sin salarios, no hay consumo ni salida para la crisis. La reforma laboral no sólo ha sido inútil para crear empleo, sino que se ha convertido en una maquinaria de crear personas paradas.
Por eso, es esencial, que el Gobierno de la Comunidad de Madrid entienda que no puede exigir sacrificios por la vía de la imposición. Que es necesario negociar cuanto antes un Plan de Choque contra el Paro. Un Plan que incorpore la protección a las personas desempleadas, la defensa del tejido económico madrileño y el mantenimiento de su empleo, la creación de nuevos empleos, el fortalecimiento de los servicios públicos para evitar que la crisis se lleve por delante la cohesión de nuestra sociedad.
Esto sería lo esencial. Pero, hasta el momento y pese a la gravedad de la situación, el diálogo social ha sido postergado, lo cual solo está contribuyendo a agudizar los conflictos, prolongarlos, enquistarlos y generar una desconfianza cada día mayor en la capacidad de la política de solucionar nuestros problemas. Una situación insostenible que puede pervivir en el tiempo sin graves consecuencias para la convivencia democrática. Es la hora del diálogo, a cara de perro cuando sea necesario, pero a tumba abierta. En ello nos va el futuro.
Francisco Javier López Martín
Secretario General de CCOO de Madrid