Cuando se quiere argumentar que la sanidad no nos la podemos permitir, uno de los mitos que más utilizan algunos políticos y tertulianos es recurrir al mito de que los españoles utilizamos demasiado los servicios sanitarios. Junto a ello se plantea que contamos con una población muy envejecida que contribuye a incrementar el gasto sanitario.
Es cierto que en España visitamos al médico de cabecera más de ocho veces al año. Sin embargo, el dato de diferentes encuestas apunta a una media de visitas al médico de entre 5 y 6 visitas al año, con un alto índice de satisfacción, superior al 8 sobre 10.
Si nos encontramos por encima de la media en visita al médico de atención primaria, nos encontramos muy por debajo de la media europea en estancias hospitalarias. Si en Europa se producen casi 16 estancias hospitalarias por cada 100 habitantes al año, en España se reduce a menos de 11.
Esto quiere decir que España tiene una amplia base de atención primaria, pero un menor esfuerzo hospitalario que otros países. Además, hay que tomar en cuenta que el 70 por ciento de las consultas las decide el propio sistema, para revisiones, por ejemplo. Por lo cual debe ser la Administración Sanitaria la que racionaliza la utilización del sistema haciendo que determinadas gestiones burocráticas, como recetas, o incapacidad temporal, no tengan que ser resueltas directamente por el médico en consulta.
Con todo, la atención primaria, la más utilizada con respecto a otros países, es siempre más barata que la hospitalaria, que utilizamos mucho menos.
En cuanto al envejecimiento de la población, el 90 por ciento del crecimiento del gasto sanitario no tiene nada que ver con el envejecimiento, sino con otros factores. El envejecimiento sólo es responsable de entre el 5 y el 20 por ciento del incremento del gasto, según diferentes estudios. La sobreutilización de tecnología es más responsable del crecimiento del gasto sanitario que el envejecimiento, como ejemplo.
Como vemos, son muchas las cosas que se pueden hacer para mejorar nuestro sistema sanitario, pero no son cosas que tengan que ver con copagos, que nos obliguen a pagar dos veces la sanidad. Una con impuestos y otra por la atención sanitaria. No son cosas que tengan que ver con acabar con la sanidad pública para sustituirla por el aseguramiento sanitario privado.
Tienen que ver con un sistema fiscal más justo que permita contar con los recursos necesarios. Se pueden vincular los recursos que reciben las Comunidades autónomas, haciéndolos finalistas para bienes básicos como la sanidad.
Se puede comprar de forma unificada. Se puede utilizar más racionalmente la tecnología. Se puede controlar mejor el gasto farmacéutico. Se pueden establecer Planes de Salud conjuntos entre las Comunidades Autónomas.
Se puede potenciar la Atención Primaria, pero coordinándola mejor con la Atención especializada.
Tenemos un sistema sanitario sostenible y muy bien valorado por sus usuarios. Las pegas que ponen los usuarios tienen que ver mucho más con la mala gestión política de temas como las listas de espera, que con la calidad del sistema y sus profesionales.
Corresponde, por lo tanto, a los políticos, preservar un bien público como el sistema Sanitario público. Hablamos de un derecho como la salud, que no se puede convertir en negocio, sin debilitarlo y deteriorarlo. Con nuestra salud no se juega. Los datos de estos artículos proceden de nuestros buenos amigos de la FADSP.
Francisco Javier López Martí