Aparece, de vez en cuando, una noticia que nos hace conferir esperanzas de que el sentido común se abre camino de vez en cuando.
Es el caso de la Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra que confirma la resolución del Juzgado de Primera Instancia de Estella-Lizarra sobre una ejecución hipotecaria que obligaba al comprador de una vivienda a pagar la hipoteca después de haber entregado las llaves al banco.
La entidad financiera se acogía a la Ley Hipotecaria española, que fija una doble garantía, la vivienda y la deuda, para cubrir el crédito hipotecario, lo cual no ocurre en otros países como Estados Unidos. De esta forma, si no puedes pagar la hipoteca y entregas el piso al banco, éste lo subasta y si no obtiene el dinero que aún le debes, te obliga a seguir pagando hasta completar la deuda.
Sin embargo, la Audiencia de Navarra considera que la valoración de la vivienda fue superior al crédito que se concedió y, por tanto, debe entenderse como suficiente la garantía de la vivienda para cubrir el principal de la deuda reclamada. A fin de cuentas fue el propio banco el que realizó una sobretasación, la valorar la vivienda por encima de la cuantía del préstamo.
Son muchas las familias que ven alguna luz en el negro y cerrado panorama en el que la crisis les ha metido. Una cosa es perder el piso y otra quedar endeudados de por vida. En la calle y sin sustento. Desde que comenzó la crisis en 2007 se han iniciado 230.000 ejecuciones hipotecarias en España y en 2010 fueron 180.000 los inmuebles embargados.
Sería conveniente estudiar fórmulas para que ni lo uno ni lo otro se produjeran. Fórmulas como el alquiler de viviendas en manos de los bancos, que ni van a venderlas, y pueden mantenerlas embasadas indefinidamente. Un capital inmobiliario que compromete seriamente a las entidades financieras, que no pueden pretender solucionar con el recurso a prácticas de usura.
Hacen mal en intentar que sean las Administraciones las que compren sus viviendas a cambio de nada. Harían bien en plantear la constituci´n de un parque de viviendas para venta o alquiler.
Mantener la usura, tras el pinchazo de la especulación inmobiliaria, es una vía insostenible que ni soluciona el problema de la banca y puede destruir muchas economías familiares. Los tribunales parecen también convencidos de que todo tiene un límite y la usura no es el camino.
Francisco Javier López Martín