Ley Maestra, ley Madrastra

La han llamado Ley Maestra y en ella hablan de libertad educativa, pero en realidad, una vez más, nos encontramos ante una ley que enreda al servicio de los intereses privados en la educación. Los asesores de Ayuso son expertos en publicidad, propaganda y marketing.

Bastó que los asesores de Ayuso vieran que el gobierno de Sánchez aprobaba una nueva Ley Orgánica de Educación, para que se pusieran en marcha para enarbolar la bandera de la libertad de educación, la libre elección de centro, siempre que sea privado, situándose de nuevo en la vanguardia del ultraliberalismo. Toda una ley anti Celaá.

Una vez más el aguirrismo disfrazado de ayusismo, deja al PP nacional de Casado empantanado en una guerra de múltiples frentes, en los que los flancos de la ultraderecha de Vox y la ultraderecha de Ayuso son mucho más preocupantes que los del gobierno de coalición gobernante.

Una buena prueba de ello se encuentra en el ensalzamiento de temas irrelevantes en Madrid, pero caballos de batalla a nivel nacional, como el del asunto de la lengua vehicular. Aquí, en Madrid, el castellano compite sólo con ese bilingüismo rampante y estepario a la madrileña, que muchos expertos comienzan a denunciar como un fraude, un timo, un experimento nunca evaluado y  notoriamente perjudicial para la enseñanza del alumnado.

Precisamente el experimento madrileño de bilingüismo barato convierte al inglés en lengua vehicular, en detrimento del castellano, con lo cual sería éste último el idioma a proteger, tanto como idioma oficial, y como idioma materno

Todo vale en la Casa de Correos de la Puerta del Sol, donde se inventan argumentos al servicio de otras intenciones como apoyar a los centros que separan a sus alumnos por sexos, o la cesión de suelo público para la educación privada, mientras se mantiene una insuficiente dotación de centros públicos. De nada valen las numerosas peticiones de escuelas infantiles, centros de primaria, e institutos públicos, en numerosas localidades.

Nuestra Constitución asegura la libertad para crear centros educativos y para impartir libremente la docencia, eso que se llama libertad de cátedra. Que yo pueda llevar a mis hijos a cualquier centro y que me lo paguen, eso no está recogido en la Constitución.

Pero no lo ven así las huestes de la derecha madrileña que niegan los presupuestos para construir nuevos centros públicos y los recursos materiales y humanos para su sostenimiento, mientras regalan suelo público para construir centros privados, automáticamente concertados y subvencionados. Es habitual comprobar cómo las familias tienen que llevar a sus hijos a la concertada, porque no hay oferta pública suficiente.

Otra de las novedades de la ley es meterse en el tema de la educación especial, para enumerar de nuevo normativas anteriores, cuando nada ha cambiado en la regulación legal de la misma. Este interés sobrevenido sólo puede explicarse por el intento de abrir las puertas de par en par al negocio privado en la concertación de centros de educación especial, aunque para ello vuelvan a reiterar las dificultades para integrar a estos alumnos y fomentar la inclusión educativa.

Mientras tanto, el gobierno de la derecha madrileña, sigue recortando aulas y miles de plazas de profesorado. Centenares de aulas públicas y miles de profesores que desaparecen del sistema educativo público madrileño, mientras se alienta el negocio privado con la educación de nuestros hijos.

Los padres y madres, el sindicalismo de la enseñanza, la comunidad educativa han trasladado su malestar al gobierno de la Comunidad por una iniciativa legislativa sesgada, sectaria, no negociada, no consultada, escasa de información en los organismos competentes, carente de planes concretos de inversiones.

La libertad es un asunto tan importante que no puede ser manoseada por quienes sólo se muestran interesados en promover el negocio privado utilizando los recursos públicos a su servicio, ya sea en la sanidad, en la educación, en los servicios sociales, o en cualquier otro servicio público.

No es esto, no es esto, que diría Ortega. Venceréis, pero no convenceréis, que diría Unamuno. Y sin embargo es lo que está de moda, vencer, aplastar, imponer, cercenar, sin escuchar nada, sin ofrecer participación, rechazando cualquier propuesta que busque el interés general, o que recorte las posibilidades de negocio hoy y de utilizar las bien engrasadas puertas giratorias mañana.

La ley Maestra merecería volver a los corrales porque nos devuelve a las dos Españas segregadas de Machado, la España madre y madrastra. La ley Maestra es ley madrastra para la enseñanza pública madrileña. Una de esas normativas que hacen que Madrid sea hoy menos libre, menos igual, menos solidario. Menos Madrid.

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