Los Nadies del Sur

Se pongan como se pongan y aunque salga el sol por Antequera, Madrid se ha convertido en capital europea del COVID-19. La segunda oleada de la pandemia ha pillado al gobierno madrileño sin haber aprendido nada y sin haber hecho los deberes. De nada vale que vayan dando los datos al ritmo más favorable, de forma que un día hay mucha incidencia y al siguiente se rebaja notablemente, porque cuenten como cuenten estamos a la cabeza de Europa.

De nada sirve que se hagan tests con criterios más restrictivos para que, haciendo menos pruebas aparezcan menos casos. Hagan lo que hagan seguimos en cabeza del desastre. En toda España van mal, pero en Madrid mal que peor.

En estas no se le ocurre a la presidenta otra solución que confinar por zonas sanitarias, como si cada madrileño supiera por donde discurren las fronteras de la zona de salud donde se encuentra su calle, una acera confinada y la de enfrente no. Eso sí los transportes públicos siguen colapsados en horas punta y desplazarse a trabajar es algo así como jugar a la ruleta rusa con el tambor de la pistola lleno de balas.

Las salas de apuestas abiertas y los centros de salud en estado de sitio. Hasta cuando el gobierno de España se pliega y fija una media de 500 contagios por cada 100.000 habitantes para comenzar a tomar medidas de control de movilidad y confinamiento, el gobierno regional se echa al monte, cuando Alemania ya toma medidas por encima de 50.

Las 3M y las 3C se han convertido en objeto de risa y mofa en la región que debería hacer gala de ejemplaridad, como capital de España. El gobierno de Madrid ha ido siempre a remolque, sin renunciar nunca a un negacionismo que permitiera justificar el mantenimiento de la actividad económica con mínimas restricciones, o el hacinamiento de los vagones de metro. Las consecuencias no se han hecho esperar.

Ni mascarillas, ni lavado de manos, ni metros de distancia. Ni evitar lugares concurridos, espacios cerrados, contactos cercanos. Las 3M y las 3C bastarían para contener el virus siempre que los gobiernos municipales y autonómicos, los más cercanos, animen a la ciudadanía, difundan y den ejemplo, en lugar de dedicarse a borrar las C y las M, para provocar caos, malestar, descontento, revuelta callejera.

Hoy confinados por zonas, mañana por pueblos y ciudades, pasado mañana los tribunales anulan los confinamientos decretados por Ayuso con mala gana y con errores intencionados para facilitar la revocación de los tribunales y al siguiente volvemos a anteayer. Hoy reservas hotel y preparas maleta para disfrutar del puente, mañana no puedes y anulas, al siguiente vuelves a reservar y al final te la juegas, o no, saliendo a la carretera. La maleta siempre hecha, porque nunca se sabe. Lo cierto es que, independientemente de los gustos políticos de cada cual,  las patadas siempre van a parar en nuestro culo.

No hay policía suficiente, ni multas, que puedan frenar el descontento que se va acumulando poquito a poco, poquito a poco y termina rebosando el vaso tras la gota más inesperada. Un buen día alguien se levanta y dice basta, por alguna razón que se me escapa ese alguien actúa como catalizador de una reacción inesperada e imprevisible. Una reacción química, una erupción volcánica, un terremoto, la inundación desbocada de un tsunami.

Los Nadies que viven en el Sur son ese magma. Y cuando digo Sur no me refiero a un punto geográfico, ni al GPS, ni a la geolocalización. El Sur que podrás encontrar seguro en el Sur, en algunos rincones del Norte, en amplios espacios del Este de Madrid y que no faltan tampoco en el Oeste. Ese magma que se va acumulando y asciende del Manto a la Corteza, liberando gases, aumentando presiones internas y provocando la erupción volcánica.

Décadas de recortes en los centros de salud, aumento del número de pacientes por cada profesional de enfermería o medicina, del crecimiento de las ratios de alumnos por cada educador. De abandono de los servicios sociales, rebajando la intensidad, la cuantía y cantidad de prestaciones, de abandono de la atención a la dependencia.

Décadas asistiendo a la desaparición de empresas, la precarización de los  empleos, deterioro de las infraestructuras, de los servicios esenciales, de abandono de las inversiones, con la consecuencia inmediata de incremento de la exclusión y la discriminación de unas zonas con respecto a otras, el crecimiento del clasismo, la xenofobia, el racismo.

El Sur de los Nadies puede estar en el centro de la ciudad, pero siempre será el lugar donde un aparcamiento sustituirá a un equipamiento educativo, donde las calles permanecerán sucias más tiempo y los jardines esperarán impacientes su mantenimiento, allí donde los baches adquirirán dimensiones legendarias y las aceras impedirán el paso de los viandantes. Pocos pediatras, pocos maestros, pocos policías, poco de todo…

Cuando las autoridades de Madrid crean guetos sanitarios donde encerrar a los Nadies del Sur, no hacen sino dar continuidad a los designios trazados desde tiempo inmemorial. Distritos como Vallecas, Villaverde, Usera, Carabanchel, no merecen otro destino que la desigualdad, la pobreza, la privación de libertad.

Hasta los jueces establecen esa misma consideración, si el confinamiento  establecido por la Comunidad de Madrid afecta a barrios obreros no hay nada que objetar, ahora bien si afecta a ciudades enteras con sus rico y sus pobres en el mismo saco, entonces el asunto vulnera derechos fundamentales.

Podemos salir de esta crisis sanitaria con un largo esfuerzo colectivo, plagado de avances y retrocesos, pero corrigiendo desigualdades, o por el contrario salimos por dos caminos distintos, unos hacia el crecimiento, otros hacia el deterioro de las condiciones de vida y trabajo. Elegir uno u otro camino dependerá de nosotros, es hora de elegir partido.

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