Los nuevos empleos, el dinosaurio y el coronavirus

Qué años aquellos, remotos y pasados, en los que alguien se esforzaba por adquirir una formación para desempeñar un tipo de trabajo y podía aspirar a ganarse un salario decente con una profesión durante toda la vida, con unas cuantas actualizaciones derivadas de cambios tecnológicos que se producían cada cierto tiempo.

Hoy los cambios tecnológicos se han acelerado y las competencias son tan obsolescentes como lo es la obsolescencia programada de los electrodomésticos, como lo son las actualizaciones de los sistemas operativos de nuestros ordenadores y nuestros teléfonos. Un buen número de trabajadores y trabajadoras siente miedo de que la Inteligencia Artificial, la digitalización, dejen desfasados sus conocimientos y amenacen sus puestos de trabajo.

El problema lo viven con la misma intensidad, aunque con percepciones y perspectivas distintas, tanto quienes cuentan con cualificaciones más elevadas, como quienes tienen unos niveles bajos de formación. Para estos segundos, la automatización de tareas se les presenta como un reto que exigirá largos periodos de paro, arduos procesos de adaptación, para poder desempeñar nuevas tareas.

Para los primeros, los más cualificados, el riesgo de obsolescencia de sus competencias tecnológicas les conducen a un temor constante a quedarse desfasados, perder su empleo y a una tensión e insatisfacción laboral constantes. Sin duda será más fácil para ellos adquirir nuevas habilidades y desempeñar nuevos puestos de trabajo, pero el miedo y la insatisfacción son comunes.

Es una tarea urgente de los gobiernos, de los empresarios y de los sindicatos evitar el aumento de la brecha digital que sólo puede tener como consecuencia la ampliación de la brecha de desigualdades laborales y sociales. Eso exige prestar atención no sólo a los cambios en las tareas y las cualificaciones que serán necesarias para acometerlos, sino al lugar, al modelo y condiciones de trabajo, al aprendizaje permanente y a la propia convivencia social.

Basta prestar atención a los nuevos trabajadores de las plataformas de trabajo, esos a los que ahora llaman crowdworkers. Su número no es aún muy grande en muchos países, pero las características de su trabajo crean una tendencia sobre el modelo de empleo en una economía marcada por las nuevas tecnologías.

Sus tareas, vinculadas a innovaciones en productos, mejoras en diseños, implementación de algoritmos, computación basada en humanos, avances en la captación de datos, el análisis, interpretación y procesamiento, exigen conocimientos en informática, motores de búsqueda, marketing, programación.

Pero no sólo competencias digitales, también conocimiento de idiomas (inglés, alemán, español, chino…), o el desarrollo de otras competencias de tipo organizativo, trabajo en equipo, en plataformas, creando comunidades, con habilidades en comunicación. En fin, unos figuras.

Por supuesto hablamos de un puesto de trabajo como autónomo que exige tiempo, dedicación, disciplina personal, buen rollito, puntualidad, creatividad y mucho tiempo de trabajo. Es el mejor paradigma del tipo de empleo que viene para jóvenes cualificados. Ni las plataformas para las que trabajan, ni mucho menos quienes demandan sus servicios, se van a ocupar de ellos cuando dejen de estar disponibles, se encuentren enfermos, o desaparezcan  por cualquier circunstancia.

Por supuesto, cuanto sabes y ofreces a través de la plataforma es cosa tuya, responsabilidad tuya y te lo pagas tu solito. Eres libre, entre comillas “libre”, por eso autorregulas tu formación, que en general se compondrá de cursos, o módulos formativos muy cortos, acelerados, intensivos, que te enseñan lo que necesitas en cada momento para resolver un nuevo problema.

Una formación online que se basa en algoritmos de adaptación y en casos de aplicación práctica de los datos de la plataforma. Algo muy distinto de la formación profesional para el empleo habitual, reglada, estandarizada, menos flexible, a la que podemos acceder en el mercado laboral tradicional,.

La introducción de la Inteligencia Artificial (IA), las nuevas tecnologías, la digitalización, va a hacer necesario, junto a la defensa de los nuevos empleos, abrir un debate, una reflexión, una negociación sobre la adquisición de las nuevas cualificaciones que serán necesarias y los sistemas para proveerlas. Cuando el coronavirus pase (no lo dudéis, terminará pasando), el dinosaurio seguirá ahí.

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