El 2 de Noviembre de 1975 moría asesinado, en Ostia, Pier Paolo Pasolini, dejando tras de sí una gran obra narrativa, poética, ensayística y cinematográfica. Su última película fue “Saló o los 120 días de Sodoma”, que se desarrolla en los últimos momentos de la República de Saló, el epílogo degradado del fascismo italiano, en su descenso al infierno de Dante. Su último libro poético publicado en vida recoge textos anteriores como Las cenizas de Gramsci, o La religión de mi tiempo. En cuanto a su último ensayo publicado en vida, llevaba como título Escritos Corsarios y entre sus textos incorporaba un artículo publicado el 1 de Febrero de 1975 por Pasolini en Corriere della Sera bajo el título de El vacío de poder en Italia, que en el libro es recogido como El artículo de las luciérnagas.
El motivo de este título se encuentra en las reflexiones sobre la desaparcición fulminante de las luciérnagas en la Italia de los años 60, que viene a coincidir con la separación de las dos fases del régimen democristiano italiano. Es precisamente en la “fase de transición”, “durante la desaparición de las luciérnagas”, cuando los dirigentes democristianos cambian completamente su lenguaje con el único objetivo de conservar el poder a toda costa. El máximo representante de este proceso es Aldo Moro, quien termina siendo asesinado por las Brigadas Rojas en 1978, en un momento en el que Italia vivía un profundo debate sobre el “compromiso histórico” entre la Democracia Cristina que él dirigía y el Partido Comunista Italiano, dirigido por Enrico Berlinguer. De ahí las sospechas de que, tras la muerte de Moro, se encontraban, además de las Brigadas Rojas, otras oscuras fuerzas vinculadas a la estrategia de la tensión, para impedir el acceso del PCI al poder del Estado, orquestada por servicios secretos de EE.UU. y de otros países europeos, junto a sectores de la derecha, aglutinados en la Operación Gladio.
Hay momentos convulsos en la vida de los pueblos. Momentos en los que la contaminación de los poderes en juego, se confabulan contra la luz que intenta abrirse paso entre tanta oscuridad, aplastando sin piedad hasta la pequeña luz de las luciérnagas.
Hace ya 35 años que las jóvenes luces de los Abogados de Atocha fueron asesinadas en el despacho laboralista, desde el que defendían a los trabajadores y trabajadoras, organizados en CCOO, a la ciudadanía que defendía la vida en los barrios, en las Asociaciones de vecinos.
La impresionante movilización que desencadenó aquella matanza convirtió en irreversible el proceso de transición española.
La Fundación Abogados de Atocha, promovida por CCOO de Madrid, nació para reivindicar la Memoria de los Abogados de Atocha. Pero sobre todo para defender la luz de Atocha. Le gusta recordar a Alejandro Ruiz-Huerta, sobreviviente del terrible asesinato y presidente de la Fundación, al poeta Paul Eluard, “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”, que pronunció haciendo referencia a las víctimas del holocausto.
Vivimos tiempos de transición, de tránsito, entre un mundo, que desaparece y otro en el que, en nombre de la libertad, el poder y los poderosos, pretenden acabar con las libertades y los derechos. Y es en este momento cuando defender la vida de las personas, es más necesario que nunca.
La luz de las luciérnagas, la memoria de los de Atocha, es uno de los pocos faros, un asidero seguro, al que aferrarse frente a la terrible oscuridad que nos rodea. Hoy, más que nunca, es necesario recordar y reivindicar a los Abogados de Atocha.
Francisco Javier López Martín