25 años no son pocos. Vale que 20 años son nada, pero 25 apuntan maneras. Además, hay que recordar que los años tienen mucho que ver con la intensidad y con la velocidad. Quien quiera saber algo más sobre esto deberá recurrir a Albert Einstein, porque yo sé poco más sobre el asunto de la relatividad, me quedé en sus formulaciones más sencillas
-Cuando cortejas a una bella muchacha una hora parece un segundo, pero cuando te sientas sobre carbón al rojo vivo un segundo parecerá una hora. Eso es la relatividad.
25 años en la vida de Canal33, la televisión madrileña que acaba de cumplir esa edad con un hermoso acto de reconocimiento a personas, organizaciones, instituciones y a numerosos medios de comunicación locales. Agradecí que uno de los reconocimientos llevase mi nombre. Bueno, realmente aquel nombre no era yo, o no yo solo.
Era un premio a cuanto el sindicalismo de clase ha batallado a lo largo de estos años complicados, duros, acelerados, despiadados, dolorosos. Un premio a la clase trabajadora madrileña en cada crónica, noticia, imagen, entrevista, canutazo, que ha emitido Canal33, dirigido por Enrique Ribóo.
Desde la acampada de Sintel en la Castellana, hasta las movilizaciones de los trabajadores y trabajadoras de Coca-Cola, pasando por los problemas desencadenados por la ranas de Aguirre, los intentos de cierre y privatización de Telemadrid, el conflicto desencadenado por Lamaela en el Severo Ochoa para terminar dejando abierto el camino al negocio privado, a costa de la Sanidad Pública, o la privatización del agua del Canal de Isabel II.
No faltaron ni a una de las Huelgas Generales, que no fueron pocas. Estaban cuando a principios de siglo los inmigrantes se encerraban en iglesias, o en la sede de CCOO, pidiendo papeles y procesos de regularización y cuando en nuestros días los refugiados malviven las frías noches en las calles.
Con nosotros, también, en el 11-M y en la T-4 de Barajas, contra el terrorismo venga de donde venga. No faltaron a la cita con el 15-M, el NO a la Guerra, o la solidaridad con la Galicia de negras playas desastradas por el Prestige. Anotaron y denunciaron cada nuevo atentado contra la igualdad, cada caso de violencia de género.
No todo fueron movidas. A veces acordábamos algo y allí estaban ellos para informar. En la firma de la Ley de Renta Mínima para combatir la pobreza en Madrid, en los sucesivos Planes de prevención de Riesgos Laborales para combatir muertes y otros accidentes en el trabajo.
Los vi en la Asamblea de Madrid, aquel 3 de junio de 2003, cuando alguien perpetro un exitoso golpe de Estado contra la democracia, al que hemos llamado Tamayazo. Salimos inquietos, acelerados, perplejos de allí. Teníamos que acudir a la inauguración del monumento de los Abogados de Atocha en Antón Martín que habíamos acordado con el Ayuntamiento de Madrid. Álvarez del Manzano, también premiado en este acto, nos esperaba en Antón Martín, junto al escultor del monumento, Juan Genovés. Allí estaba Cana33, ante el monumento que reproduce el cuadro del Abrazo. Un homenaje a jóvenes abogados, libres, demócratas, comunistas y de CCOO, asesinados por la ultraderecha, mientras en Madrid se inauguraba el desencuentro, la confrontación, la política del todo vale. Un esperpento, una greguería,
-Una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas concéntricas en toda la laguna de España.
Informar desde la pluralidad es construir libertad, igualdad, solidaridad. En esa tarea nos hemos ido encontrando con los profesionales de Canal 33. En ese empeño no han sido pocas las ocasiones en las que hemos sentido lo mismo que Einstein, salvadas las distancias espaciotemporales,
-Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero si no, los franceses dirán que soy alemán y los alemanes que soy judío.
Poco más o menos. El destino de las gentes de bien. Felicidades a Enrique, a los profesionales de Canal 33. A cuantos convierten el periodismo en un perseverante intento de desvelar la verdad.