Me lo decía mi madre cuando liaba una trastada, me pillaba, yo compungido y ella,
-Mucho miedo y muy poca vergüenza
Me acuerdo de esto ahora, en este encierro forzoso que vivimos, cada casa se ha convertido en celda y pensar en el barrio de al lado, en el pueblo cercano, no te digo ya en una playa, una montaña, un viaje al extranjero, se me antoja como algo irreal, un sueño lejano, el recuerdo de un tiempo pasado que tal vez no vuelva.
Está muriendo gente, mucha gente, no más que otras veces, pero algo es distinto ahora, porque nos encierran. Algo es distinto ahora, puede que este nuevo virus con corona sea micho más peligroso porque es muy rápido en su difusión, de un país a otro, de una persona a otra, con enorme facilidad, además de ser muy selectivo, busca nuestros puntos débiles, los que ni nosotros mismos conocemos y se ceba con ellos.
Es muy rápido, hoy te sientes mal, mañana no tan mal y de repente, como dicen los médicos, estás comprometido, al borde del colapso. No hay tratamientos generalizados, no hay antivirales probados, no hay vacuna, ni la habrá hasta dentro de un año, como muy poco, así están las cosas.
Encerrados, confinados, aislados. O cortamos su avance o no hay sistema sanitario que soporte la presión de miles de pacientes en cuidados intensivos. Es cuestión de dar oportunidad y tiempo a los que más lo necesiten. Aquí tenemos el primer problema.
Mantenemos un buen sistema sanitario, pero empequeñecido, recortado en sus raíces, como los bonsais, con menos camas hospitalarias, menos profesionales y menos recursos. Los franceses cuentan con 6´5 camas por cada 1.000 habitantes, los alemanes con 8´3. Los italianos tienen 3´4, los españoles 3, los madrileños 2´7. Ahora adivina quien colapsará antes si las infecciones aumentan sin control. Alemania atiende enfermos de países cercanos, nosotros no alcanzamos a atender a los nuestros.
Si miramos los profesionales sanitarios por cada 1000 habitantes, o el gasto por habitante, o el porcentaje de Producto Interior Bruto dedicados a sanidad pública, siempre estamos un poquito por debajo de Italia, muy lejos de la media, a enorme distancia de Alemania, Austria, Bélgica, o Francia. Siempre a la cola de Europa.
Cuando comenzaron a ensayarse los modelos privatizadores en Valencia y luego Aguirre le cogió el gusto en Madrid, marcando el camino a toda España, hubo quien denunció que la sanidad como negocio de bancos, constructoras y empresas de servicios no traería nada bueno, que lo barato terminaría saliendo muy caro y que más mercado y menos Estado no es buena receta. Y ahora,
-Mucho miedo y muy poca vergüenza.
En países como Alemania, Austria, Francia, Portugal, o Bélgica, en casi toda Europa, viven el confinamiento y el cierre de determinadas actividades, las ciudades medio vacías pero, por ejemplo, permiten que niños y adultos puedan salir a la calle para pasear, o realizar ejercicios físicos, al menos durante un tiempo cada día, guardando las distancias, por tiempo limitado y respetando las medidas de seguridad.
En esos otros países a quien tiene síntomas se le aplica el test, a quien trabaja en sectores expuestos se les aplica el test, a la población de riesgo se le aplica el test, quien da positivo entra en cuarentena, hay camas hospitalarias suficientes para ingresarle si su situación empeora y reviste gravedad. Aquí, cuando te apliquen el test puede ser tarde y, si la cosa va mal, tu cama puede que ya esté ocupada.
Si te pilla en una residencia, bueno, entonces mejor ni hablar, lo de las residencias y la soledad de nuestros mayores lo dejo para otro momento
-Mucho miedo y muy poca vergüenza
En Europa pueden pasear, sí,
(no les va, por cierto, peor que a nosotros en esto del coronavirus)
aquí el paseo puede costarte demasiado caro en salud y en dinero,
(500.000 sanciones por vulnerar el confinamiento, unas razonables, otras no lo parecen tanto, a criterio del agente que te toque)
cuando no hay recursos para garantizar el funcionamiento ordenado de los servicios hay que suplir las insuficiencias, hay que evitar el colapso, con el orden de la autoridad, vigilar y castigar, vigilar y castigar, algunos lo merecen, otros no, cada día tantos infectados, tantos sancionados, tantos muertos, tantos detenidos, tantos recuperados.
Quienes tienen el dinero hace tiempo que han huido a sus cuarteles de invierno
(chalet con amplia parcela, ático con espléndido solario, pisaco inmenso con enorme terraza)
en zonas residenciales alejadas del miedo.
-Mucho miedo y muy poca vergüenza.
Cuando esto pase alguien hablará del valor demostrado por los españoles, así, en general, los españoles todos, izarán grandes y nuevas banderas a media asta, levantarán monumentos en plazas, dedicadas a los fallecidos,
(en los nuevos desarrollos urbanísticos, rascacielos de grandes oficinas y pisos de lujo)
ya lo ha dicho la inefable presidenta madrileña, monumentos a los empresarios que hicieron donaciones y, bueno, de paso, a los sanitarios que dieron el callo, claro,
(a lo mejor a los policías, las dependientas de supermercado, los trabajadores de los transportes, los que recogen nuestras basuras, los riders, las mujeres de ayuda a domicilio, o de las residencias)
bueno un monumento al pueblo español, a todo el pueblo español y nos quitamos de líos.
Tu y yo sabremos que cuando la crisis vuelva, porque volverá, nada de eso servirá de nada si no hemos aprendido la lección, si volvemos a la fiesta de las privatizaciones y el negocio, si no hemos reforzado nuestra sanidad y nuestros servicios públicos para contenerla.
Tu y yo sabemos que si hoy hay mucho miedo es porque durante años hubo muy poca vergüenza.