Una Reforma menos drástica y similar a la que se ha producido en la Constitución Española, llevó en Alemania un debate de más de tres años, en el que participaron las Regiones, los partidos políticos y las organizaciones económicas y sociales.
No podemos justificar la ruptura del consenso constitucional español y el consenso europeísta, en las “buenas intenciones” de dos partidos, por mayoritarios que sean, en Gobierno y oposición.
Abrir en canal la Constitución de un país, a requerimiento del Presidente del Banco Central Europeo en una carta al Gobierno, no tiene justificación política alguna.
La famosa internacionalización de los mercados es sobre todo un flujo especulativo de capitales que circulan libremente por el planeta. Sin control alguno de organismos como el G-20 que nadie sabe cómo funciona, ni con qué reglas toma las decisiones.
No sólo se ha roto el consenso de los que impulsaron la Constitución de 1978 se rompe también el espíritu de una Constitución que arrinconaba postulados ideológicos descaradamente sesgados. Un equilibrio ideológico que ahora se rompe.
La Constitución ya habla de estabilidad económica pero condicionada al justo reparto personal y territorial de la renta y el pleno empleo. Esto queda quebrado ahora porque el déficit cero impide el desarrollo del Estado Social.
Más allá de la voluntad de las urnas del 20-N, las posibilidades de los gobiernos de reactivar la economía, o impulsar un nuevo sistema productivo, se verán encorsetadas de forma definitiva. Sin inversiones públicas es imposible superar esta crisis, pero esas inversiones son ahora incompatibles con la Constitución. Si no salimos de la crisis y el empleo se debilita, la cohesión social se pone en peligro, la protección social se deteriora, el Estado Social termina cayendo y, con ello el debilitamiento democrático.
La Reforma Constitucional debilita la economía, daña al Estado del bienestar y quiebra un consenso general para participar en un proyecto común de país.
Iniciamos un camino de recortes en Educación “para mejorar la educación”. Debilitamos los derechos laborales para “mejorar el empleo”. Nos sometemos todos a ajustes inaceptables con la falsa esperanza de que luego se producirán mayores y mejores repartos de la renta. Pero la prioridad absoluta de temas como el pago de la deuda, subordina todo a los mercados.
Las inversiones públicas para facilitar el desarrollo económico y el empleo planeadas por el Parlamento Europeo quedan abandonadas.
El error de la izquierda es entrar en la lógica perversa de que las políticas no son de derechas, ni de izquierdas. Esta Reforma es claramente de derechas.
Parafraseando a Nomberto Bobbio, cuanto más proclaman los mercados su victoria, más claramente se tiene que afianzar en todos los campos la izquierda.
El Acuerdo PP-PSOE sobre la Reforma Constitucional incurre precisamente en este error de una parte de la izquierda.
Hasta aquí Antonio Gutiérrez.
Francisco Javier López Martín
Secretario General de CCOO de Madrid