MADRID SIN ESPERANZA

Tras un debate sobre el Estado de la Región, celebrado hace diez días, en el que hubo muy poco de novedoso en las propuestas de Esperanza Aguirre, un discurso de investidura como el de Ignacio González, forzado por la dimisión de la Presidenta, pilla a trasmano. Los diputados de IU intentan proponer un minuto de silencio en memoria de Santiago Carrillo, pero el Presidente Echevarría se niega. Ya dijo que no era hombre de paz. PSOE e IU se levantan y guardan silencio. El PP como si nada.

En cuanto al discurso, si hay anuncios novedosos puede parecer que corrige a la dimisionaria. Si no los hay, parece un más de lo mismo.

Por eso lo primero son los agradecimientos a su Presidenta. Muy aplaudido. Lo segundo una declaración de principios españolistas y liberales. Más aplausos.

Lo tercero, cantar las bondades de Madrid, pese a la crisis. Estamos a la cabeza de España en todo. Desde el paro a la sanidad, desde la educación a los servicios sociales y desde el Metro al Parque Nacional del Guadarrama. Bueno, las cumbres del Guadarrama.

A continuación vienen las propuestas. Hay que reactivar la economía. Hay que crear empleo. Para ello hay que subvencionar a los empresarios. Un más de lo mismo, con alguna variante.

Ahorros de gasto para compensar disminuciones de ingresos. Bajadas de impuestos, si es posible. Más liberalización empresarial. Reducción del déficit. Sin novedad, incluso en las críticas al socialismo.

Privatizar Telamadrid. Puertas abiertas a Eurovegas. Eliminar el Consejo Económico y Social, Promomadrid, la agencia de Protección de Datos.

Compromiso de garantizar la Renta Mínima de Inserción. Asegurar las redes de transportes.

Estamos ante un más de lo mismo con otro tono. Las personas son determinantes y González no es Aguirre. Los mismos contenidos, pero con menos casticismo rancio y trasnochado.

El conflicto es tan inevitable como lo era antes. Pero es necesario que la agudización de los conflictos que produce la crisis encuentren solución por la vía de la negociación y el diálogo. Esa es la responsabilidad de un político, de los políticos.

En la última parte del discurso, más allá de las declaraciones de unidad española y liberalismo, hay una mano tendida al diálogo sin imposición. Si son sólo palabras, una declaración de intenciones, o una convicción profunda, el tiempo lo dirá. Pero, con la que está cayendo, un tono menos crispado y una mano tendida, suenan raros, pero necesarios.

No coincidimos en sus principios liberales. No coincidimos en las políticas de ajuste, recorte y privatización. Nos seguiremos movilizando contra ellas. Pero estamos dispuestos a negociar, si la imposición cesa y el diálogo se abre paso.

Francisco Javier López Martín

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