Desgraciadamente la crisis no es un fantasma que recorre el mundo. Es una realidad que se ha instalado entre nosotros y que amenaza con perpetuarse y pervivir en el tiempo. Desgraciadamente la crisis es una especie de “mantra”, utilizada como cantinela y recurso recurrente, para abordar la reordenación del modelo económico y social en zonas enteras del planeta, especialmente en Europa.
Las políticas de recortes y ajustes, vienen forzadas por el acoso de los mercados, utilizando la crisis como justificación. Países como Irlanda, Grecia, Portugal, o España, se ven sometidos a reducciones importantes de la inversión pública, ajustes presupuestarios, recortes sociales, bajadas salariales de sus empleados públicos, congelaciones de pensiones, privatizaciones. Debilitamiento de los servicios sociales y los servicios públicos, ya sea la sanidad, la educación, o la atención a la dependencia.
En el fondo esas políticas persiguen casi exclusivamente el mantenimiento de beneficios empresariales, sin acometer los problemas estructurales de nuestra economía. Problemas que tienen que ver con un modelo de crecimiento basado en la especulación inmobiliaria y el alto consumo y endeudamiento de las familias y las empresas.
La consecuencia de estas políticas es el endurecimiento de la recesión económica y el aumento del desempleo, con mayores componentes de paro de larga duración y pérdida de prestaciones, subsidios o ayudas. 522.000 personas paradas, 479.000 apuntadas en las listas del paro. Casi la mitad llevan más de un año en el paro. Casi 300.000 acabarán el año sin prestación alguna, ni ayuda, por desempleo.
Instalados en la crisis hay quien pretende centrar las políticas anticrisis en deteriorar aún más las condiciones de trabajo, incrementando la temporalidad, la precariedad del empleo.
Abordar unas Jornadas, sobre el Coche Eléctrico, en el marco de un nuevo modelo productivo parece oportuno y necesario. En primer lugar porque fija un horizonte por ahora inalcanzable, pero que no hay que olvidar: un modelo industrial, urbanístico y de movilidad que respeta el medio ambiente, que aporta riqueza e innovación.
De eso se trata ante la crisis. Fijar criterios compartidos para salir de ella. Tomando como prioridades el empleo, la protección a las personas desempleadas, el fortalecimiento de la protección social y la construcción de un modelo productivo más sólido, estable y sostenible.
Por eso, en el marco de estas Jornadas presentamos un Manifiesto y un Decálogo por la Industria y la Construcción en Madrid. Aportamos propuestas que tienen que ver con la necesaria inversión pública, con la modernización de los sectores productivos madrileños. Por el mayor esfuerzo en innovación e investigación empresarial. Por la búsqueda de inversiones productivas. Por el cumplimiento de los acuerdos firmados con el Gobierno Regional en materia industrial e investigación. Por la formación y cualificación de los trabajadores y trabajadoras. Propuestas que exigen una revisión en profundidad del sistema financiero y una fiscalidad que asegure los recursos necesarios.
Creemos que el empleo, la sostenibilidad medioambiental y la participación de la sociedad vertebrada, en las políticas son elementos esenciales para el futuro, si lo queremos compartido y no fruto de la imposición.
El debate sobre el coche eléctrico no es ocioso en estos momentos. Es una disculpa y un argumento que pone ante nosotros el reto del horizonte de un nuevo modelo productivo.
El coche eléctrico no es una panacea que lo soluciona todo. No soluciona la contaminación, ni las dificultades de movilidad. Las emisiones del coche eléctrico son aparentemente cero, pero hay que contabilizar la repercusión de las emisiones generadas por las centrales térmicas, de ciclo combinado, nucleares, etc. … que producen la energía que el coche eléctrico consume.
Aún así, los 50 gramos/km que podemos adjudicar al coche eléctrico, se encuentran muy lejos de los más de 400 gr/km que emite el coche convencional.
De la misma forma, el coche eléctrico no soluciona el que cada día 2.800.000 coches entren y salgan de Madrid. La solución pasa por la mayor utilización del transporte público y un modelo de movilidad y urbanismo menos dependiente de la utilización del vehículo privado. El 60 por ciento de los vehículos privados trasladan a tan sólo una personas en sus desplazamientos.
La utilización del coche eléctrico será más útil si resolvemos el problema de generación de energía eléctrica con medios y tecnología menos contaminantes y si concebimos un urbanismo que facilite los desplazamientos en transporte público.
En todo caso el coche eléctrico es ya una realidad de futuro, una oportunidad para Madrid si somos capaces de afrontar el largo proceso de implantación de puntos de recarga en domicilios, áreas urbanas y centros de trabajo, generando empleo y si aprovechamos para impulsar procesos tecnológicos, de investigación e innovación en nuevos materiales, componentes, baterías, etc…
Madrid reúne las condiciones, si hay decisión política, para ser modelo y referente en el diseño y desarrollo de este medo de transporte.
Francisco Javier López Martín