En España hay algo así como 110 millones de billetes de 500 Euros, es decir algo así como 55.000 millones de euros. Dicho de otra manera, el 66 por ciento del dinero en circulación lo tenemos en billetes de 500 euros. Somos el país de Europa con más billetes de 500 euros.
La única explicación es que somos también el país campeón de la economía sumergida y el fraude fiscal. La base de esta situación se encuentra en una especulación inmobiliaria desproporcionada. Los orígenes del dinero negro se encuentran siempre, o casi, en el suelo y el ladrillo. Quien vende suelo, lo compra, lo recalifica, promueve, construye y comercializa, compone un circuito de fraude que alcanza a toda la economía nacional.
Parece todo legal, pero forma parte de una arquitectura de ingeniería financiera que evita el pago de impuestos.
Las denominadas SICAV son el ejemplo paradigmático de cómo invertir incontables recursos de grandes fortunas pagando un 1 por ciento de impuestos
Una ingeniería profesionalizada que permite ocultar riqueza, bienes, beneficios, o llevárselos a otros lugares. Otro ejemplo magnífico es el fraude generalizado del IVA. En 1993 se creó el IVA en Europa. Debería haber sido un impuesto transitorio con fecha de caducidad a principios de 1997. Sin embargo ahí sigue, mientras se han generalizado las tramas del IVA, que se especializan en interponer sociedades que se compran y se venden entre ellas para generar derechos a deducción.
No es extraño que abunden en este panorama tramas especializadas en deslocalizar fortunas hacia paraísos fiscales, es decir, países que no cooperan en la persecución del fraude fiscal. Despachos de abogados, asesores fiscales, bancos, fondos de inversión son los auténticos artífices de estas operaciones. Expertos en llevarse dinero fuera, en volver a traer el dinero sin costes fiscales, en hacer insolventes a los ricos, en comprar o vender con precios ficticios, en traslados de residencia fiscal.
Son despachos, asesores, entidades financieras, que gozan de buena salud y mucho prestigio económico y político. Sus opiniones son órdenes para los Gobiernos. Nadie se ha atrevido nunca a meterles manos.
Utilizan paraísos fiscales sin control alguno y donde no tributan nada, o muy poco. Incluso países europeos como Bélgica, Austria, Suiza o Luxemburgo, sin ser paraísos caribeños, participan del problema, al mantener restricciones a la información bancaria.
Esta es la vida, el afán y el trabajo de nuestros ricos. Ese afán, esA avaricia y usura han hecho que la crisis sea mucho más dura en España. Son los más empeñados en exigir al Gobierno que les bajen los impuestos, que les rebajen las cotizaciones sociales, que haya más reformas laborales, menos controles económicos. Son los que nos cuentan que las pensiones nos salen muy caras y que mantener la ayuda de 426 euros a los parados sin recursos es inasumible. Son los que exigen menos gasto público, pero más subvenciones a sus empresas y desmontar los servicios públicos para convertirlos en servicios gestionados y cobrados por ellos, a todos los ciudadanos contribuyentes que no son ellos.
Este país se juega más en poner orden en su sistema fiscal y su sistema financiero que en cualquier otra Reforma, pero esta vergüenza nacional no parece tener remedio y veremos bajar las pensiones y a los parados en la indigencia, antes de que la aristocracia especuladora pague un solo euro más.
A la calle, que ya es hora.
Francisco Javier López Martín