DIALOGO Y CALIDAD PARA LA EDUCACIÓN MADRILEÑA

Vamos hacia una nueva jornada de huelga en la educación madrileña. No vamos con alegría a la huelga. En cada una de estas jornadas perdemos dinero y nuestros alumnos pierden días de clase. Cada jornada de huelga significa que miles de familias trabajadoras tienen un problema añadido a la larga ristra de problemas que dificultan una vida digna.

Es duro ir a la huelga. No es fácil. No es una fiesta. Por eso es de agradecer que organizaciones sociales, vecinales, ciudadanas, de madres y padres, de consumidores, nos den su apoyo y solidaridad, aprobando un MANIFIESTO POR EL DIÁLOGO Y LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN MADRILEÑA, que han presentado en el Ateneo de Madrid.

Un manifiesto que parte de una afirmación: “La educación madrileña está en grave peligro. Las instrucciones de inicio del cursos 2011-2012 están suponiendo un extraordinario deterioro de la calidad de la enseñanza pública”. Unas instrucciones que han creado un conflicto educativo ante el cual la respuesta de la Administración Regional ha consistido en sembrar provocaciones y actuar con autoritarismo, negándose a convocar las mesas de negociación.

Todo el mundo afirma que la educación es una pieza clave para el desarrollo y bienestar de un país. Todo el mundo considera que la educación es una inversión imprescindible para superar la crisis. La propia Esperanza Aguirre convirtió el lema “educación, educación, educación”, en bandera electoral en las pasadas elecciones autonómicas.

La base del sistema educativo es la enseñanza pública que garantiza no sólo formación y cualificación, sino igualdad y cohesión social.

No se entiende, por tanto, que los recortes del Gobierno Aguirre se centren en la enseñanza pública, cerrando vías a la negociación y participación y produciendo un conflicto de graves consecuencias, en el que se ha propiciado el descrédito del profesorado. Se le sanciona, se abren expedientes, se amenaza, se coarta la libertad de expresión.

De nuevo la crisis es instrumentalizada para justificar la pérdida de 3.000 puestos de trabajo, debilitando las plantillas de los centros educativos públicos y deteriorando la calidad de la enseñanza.

Enquistar un conflicto. Intentar conducirlo hacia el agotamiento, sin diálogo alguno, es pan para hoy y desestabilización para mañana. Dejar sin respuesta las movilizaciones masivas de la educación madrileña es absolutamente irresponsable, porque un malestar no resuelto emponzoña la vida democrática, la confianza en la política y en los políticos.

La participación de la sociedad en la política, no es un deseo, ni una declaración de intenciones. Es un mandato constitucional del cual no pueden huir los poderes públicos, ni al que la ciudadanía esté dispuesta a renunciar.

Por eso Esperanza Aguirre tiene la obligación de sentar a su Consejera de Educación, Lucía Figar, con los representantes legales del profesorado para hacer aquello que no hizo cuando tenía que hacerlo: negociar las instrucciones de inicio de curso, sin sanciones y castigos impuestos al profesorado.

Un proceso negociador que debe tomar en cuenta a toda la Comunidad educativa, porque de lo que se trata es de cumplir el objetivo de la calidad de la enseñanza de nuestros jóvenes y eso sólo puede producirse como fruto del acuerdo y de un consenso lo más amplio posible.

El Manifiesto culmina haciendo un llamamiento a Esperanza Aguirre para abrir un paréntesis en el dogmatismo ideológico y su reconocido ultraliberalismo económico, para centrarse en los problemas reales de los madrileños y madrileñas en esta crisis. De ello dependen la libertad y la igualdad de la ciudadanía. Respeto y diálogo frente a confrontación.

Esperamos su respuesta.

Francisco Javier López Martín

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