Una marea verde recorre Madrid y el Gobierno Regional se empeña en montar un debate a costa de las camisetas que dan colorido de esperanza sin Esperanza a las calles madrileñas.
Podríamos pensar que es tonto quien mira el dedo que señala las estrellas, pero estaríamos equivocados. Fijando la atención sobre el dedo sólo se intenta una maniobra más de distracción de las muchas que tendremos aún que soportar.
En un país como España, cuya capital es Madrid, donde el 25 por ciento de la riqueza nacional se mueve en la economía sumergida, centrar el esfuerzo de persecución fiscal sobre un taller de camisetas verdes parecería ridículo, si no fuera trágico.
Hoy son las camisetas verdes, ayer fueron los de la ceja, mañana serán los indignados del 15M y siempre los liberados sindicales. Parece absurdo, pero la cosa funciona, si de forma programada se van soltando bulos. Si cada bulo, en el día que le toca, es repetido una y mil veces desde todo tipo de medios de comunicación y tertulianos y si antes de que pueda ser desmontado es sustituido por otro.
Esperanza Aguirre sabe que su Consejera de Educación ha aprobado unas instrucciones de inicio de curso sin tan siquiera consultarlas con los legítimos representantes de los trabajadores. Sabe que suponen la pérdida de miles de empleos en la enseñanza secundaria. Sabe que en aplicación de esas normas la actividad educativa se deteriora al no poder desdoblar aulas, atender laboratorios, o biblioteca, obligando a muchos profesores a impartir asignaturas “afines” que poco tienen que ver con su especialidad. No es un problema de dos horas más o menos de clase, sino de empleo y deterioro de la calidad de la enseñanza secundaria pública.
No hace tanto que vivimos el proceso de elecciones autonómicas. No hace tanto que escuchamos que la prioridad electoral de Esperanza Aguirre era, precisamente, la educación. No hace tanto tiempo como para que lo hayamos olvidado.
No es extraño que la ciudadanía desconfíe de la política. Que cuando oímos hablar de prioridades echemos mano a la cartera. Que llenemos las calles, ofendidos e indignados, reclamando participación, negociación, soluciones a nuestros problemas, atención a nuestras necesidades básicas. Las más esenciales. El empleo, la educación, la sanidad, los servicios sociales. Lo que nunca debería ser recortado en tiempos de crisis.
Pueden intentar gobernar con nosotros, o sin nosotros, pero no contra nosotros. La marea de camisetas verdes seguirá inundando las calles hasta que quienes tienen la responsabilidad de gobernar, uniendo voluntades y evitando sufrimientos, recapaciten, se sienten y negocien.
Francisco Javier López Martín