LA ESPERANZA DE WISCONSIN

Allá., en el Norte profundo de los Estados Unidos de América, pegado a los Grandes Lagos, se encuentra el Estado de Wisconsin, fue elegido Gobernador, en el año 2010, el ultraconservador Scott Walker, elegido en las filas del Partido Republicano, en su ala más radical y extremista. Un tipo del más puro estilo Tea Party, encabezado por la Gobernadora de Alaska, Sarah Palin.

Desde su toma de posesión en Enero, e susodicho, al más puro estilo Esperanza Aguirre, comenzó un ataque sin precedentes contra los trabajadores del sector público y sus representantes sindicales, en lo que se ha considerado el penúltimo ataque de los representantes del Gran Negocio americano al sindicalismo de este país.

Su primer acto, como Gobernador, ha sido reducir los impuestos y, en segundo lugar rechazar las ayudas federales de 800 millones de euros para realizar inversiones públicas. Inmediatamente después se ha dedicado a rebajar los sueldos de los empleados públicos, medida a la que los sindicatos no se opusieron, ante la situación de crisis. No ha quedado ahí la cosa, puesto que ha seguido proponiendo reducciones en cobertura sanitaria, educación, pensiones. Pero todo es poco para los ultraconservadores, que han introducido recortes en el derecho a la negociación colectiva.

La reacción no se ha hecho esperar. El 70 por ciento de la población de Wisconsin y el 61 por ciento de los estadounidenses encuestados se muestran contrarios a tanto recorte. Desde el 14 de febrero decenas de miles de personas se manifiestan, casi diariamente, en la capital del Estado, Madison, suscitando un apoyo muy importante en otros Estados.

La legislación de recortes y antisindical planteada por el Gobernador se ha visto paralizada por los tribunales, pero no por ello Walker ha cambiado sus intenciones, enfrentándose de forma cada vez más nítida a estudiantes, trabajadores públicos, sindicalistas y ciudadanía en general. Cientos de miles de trabajadores han comenzado a sacar su dinero de los bancos que apoyaron a Walker en su campaña electoral y trabajan activamente para revocar de sus cargos a los responsables de este desaguisado, incluido el propio Gobernador, posibilidad establecida en la legislación estadounidense, mediante la recogida de un número importante de firmas, que obligarían a la repetición de las elecciones.

Wisconsin era un Estado de la Unión con larga trayectoria de consenso en la legislación laboral. Tal vez, por ello, era un objetivo añorado por el Tea Party, en coalición con los poderes del Gran Negocio americano. Batir a los sindicatos, como una de las pocas defensas con las que cuentan las familias trabajadoras americanas, es esencial para estos sectores ultraconservadores.

La batalla de Wisconsin está animando la movilización en otros Estados. Una toma de posición de la “izquierda social”, desanimada por la crisis y por la ola ultraconservadora que ha inundado el país en tiempos pasados. Son muchos los intelectuales y economistas, como Krugman, que llaman al apoyo de los sindicalistas contra la demonización de los empleados públicos, culpabilizando a los trabajadores de la crisis, en lugar de girar la vista hacia Wall Street.

Charlas, concentraciones, mítines, se extienden por todo el país. Universidades, organizaciones sociales de todo tipo y, por supuesto, los sindicatos, encabezan un movimiento que aglutina ya a millones de ciudadanos que normalmente no participan, ni se interesan, por la política, o el sindicalismo, pero que consideran insoportable la agresión que se perpetra contra ellos y sus familias.

Hasta aquí Wisconsin. Volvemos a Madrid. No es muy distinto lo que el “carajillo party” de tertulianos, televisiones, políticos bien pagados, el aguirrismo ultraconservador y los poderes económicos ultraliberales están organizando en Madrid. Destruyendo cualquier vestigio de consenso, participación social, cultura del diálogo, al tiempo que imperan la rebajas fiscales para los más pudientes, mientras que la sanidad pública, la educación pública, las Universidades, la atención a la dependencia, son sometidas a recortes continuos, inaceptables y cada vez más insoportables para las familias trabajadoras madrileñas.

Como en Wisconsin, un ambiente a apatía de las fuerzas progresistas, ha permitido que los sectores ultraconsevadores se hayan crecido. Pero todo tiene un límite y la situación para muchas familias madrileñas comienza a ser insoportable.

Francisco Javier López Martín

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