Llegan de nuevo a mis manos los datos de Hipotecas que el Instituto Nacional de Estadística publica mes a mes. El último dato es de Noviembre de 2010 y viene a decirnos que el número de viviendas hipotecadas en Madrid ha caído un 27 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior, al tiempo que el volumen de capital dedicado a hipotecas en Madrid cae también un 22 por ciento.
Se firman menos créditos hipotecarios. Las entidades financieras dedican menos dinero a hipotecas, pero sin embargo, al contrario de lo que ocurre en el resto de España la media de dinero por cada hipoteca crece en Madrid.
La hipoteca media en Madrid supera los 161.500 euros, cuando el año pasado no llegaba a los 152.000 euros. Mientras tanto la media hipotecaria española es de algo más de 114.500 euros, mientras el año pasado era de poco más de 115.550 euros. Por eso la distancia entre la hipoteca madrileña y española crece, pasando a ser un 41 por ciento más cara en Madrid, con respecto a España, mientras el año pasado esa brecha se situaba en el 34 por ciento.
Lejos de significar que el mercado de la vivienda se recupera en Madrid este dato pone de relieve que Madrid ajusta peor los precios y el mundo financiero y especulador madrileño se niega a reconocer que lo que valía más, hoy vale bastante menos.
Tal vez por eso Madrid suponía hace un año casi el 14 por ciento del total de hipotecas y hoy sólo el 12 por ciento. Tal vez por eso en Noviembre de 2009 se realizaron 7.200 hipotecas sobre vivienda y en el mismo mes de 2010 tan sólo 5.297.
Mientras el precio de la vivienda no culmine su ajuste y la recuperación económica no restituya la confianza para comprar una vivienda a un precio asumible, no hay salida a la crisis. Pero esta situación es un bucle sin solución, si no hay políticas públicas que contribuyan a salir del atolladero.
El problema es que la Comunidad de Madrid ni sabe, ni quiere saber del asunto y que los bancos quisieran desprenderse de su insoportable remolque inmobiliario, sin declararlo como pérdida, pasándoselo al Estado o a las Comunidades Autónomas. Así cualquiera.
Otra cosa sería, por ejemplo, poner a disposición de la sociedad en régimen de alquiler, ese paquete inmobiliario, con posterior opción de compra y a precios razonables. Las sociedades públicas de alquiler podrían jugar un buen papel en este sentido.
Pero tal vez sea mucho pedir a gobernantes como Esperanza Aguirre que, a la incapacidad de actuar le llaman liberalismo, dejar hacer, dejar pasar, culpando siempre a otros del desaguisado.
Pero todo tiene un tiempo y no solucionar el problema, no hará sino agudizarlo. Madrid remontará más tarde, agarrado a la cola de España, aferrado una vez más al efecto capitalidad. Pero para una Región capital, ser rémora y no motor del país, tiene costes muy importantes sobre su credibilidad y confianza.
No están los tiempos para bromas y Aguirre no puede seguir jugando a ser la víctima de Zapatero, o de los catalanes, porque ya son cada vez menos los que se lo tragan y, mientras tanto, Madrid desaprovecha sus escasas oportunidades en esta dura crisis de origen financiero vinculado a lo inmobiliario.
Francisco Javier López Martín