A lo largo de 2011 se han producido 93.284 accidentes de trabajo en Madrid. Es cierto que se han reducido en un 10 por ciento con respecto a 2.010, pero no lo es menos que el número de accidentes mortales se incrementa hasta 94, en tiempos de crisis, en los que la actividad económica disminuye y también el número de personas que trabajan.
Es paradójico que cuando el empleo en la construcción se ha destruido de forma muy importante, aumenten las muertes por accidente, hasta 21, como lo es que se incrementen los accidentes durante desplazamientos al trabajo (in itínere) que unidos a los 10 accidentes mortales de tráfico (en misión) suman en total de 40 muertes. Además, los accidentes traumáticos en centros de trabajo se han incrementado en un 45 por ciento.
La crisis destruye empresas y empleo, pero además empeora las condiciones de trabajo y produce más accidentes mortales, precisamente en los sectores más golpeados, como es el caso de la construcción, volviendo a tasas de accidentes de pleno boom inmobiliario de casi 14 muertes por cada 100.000 trabajadores. Desgraciadamente la obligación empresarial de velar por la salud de los trabajadores es una de las primeras que sufre el recorte de los gastos empresariales.
Pese a la crisis y estos efectos negativos de la misma sobre la seguridad y salud de los trabajadores la incidencia de instrumentos negociados como el Plan Director de Prevención de Riesgos Laborales sigue siendo muy positiva. Así la tasa de accidentes con baja en centro de trabajo ha pasado de 6.819 accidentes con baja por cada 100.000 trabajadores en el año 2.000 hemos pasado a 3.099 en 2011.
En el caso de accidentes graves hemos pasado de 76 por cada 100.000 trabajadores en 2.000 a poco más de 14 en 2011 y de 6 accidentes mortales por cada 100.000 trabajadores en 2000 a 2,5 en 2011.
Todo accidente es intolerable y, casi siempre, evitable. Es mucho, por tanto, lo que queda por hacer. Además seguimos asistiendo al drama añadido de una economía sumergida que produce accidentes que no se declaran.
Pero, pese a todo ello, el Plan Director de Prevención de Riesgos Laborales, en el marco de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el trabajo, demuestra la necesidad de intensificar la cooperación de Administraciones, empresarios y sindicatos para erradicar los accidentes de los centros de trabajo.
Iniciar de inmediato la negociación del IV Acuerdo en Prevención de Riesgos Laborales en la Comunidad de Madrid, es una exigencia que no puede verse aplazada porque la lucha contra la siniestralidad, aún más en tiempos de crisis, ni admite dilación, ni paréntesis temporales, si no queremos echar por la borda los logros conseguidos durante más de una década.
Francisco Javier López Martín