El gobierno de los mejores

Vamos a celebrar unas elecciones madrileñas, anticipadas y transitorias, en pleno estado de alarma que acabará el 9 de mayo, si nuevos brotes de pandemia no lo impiden (el final del estado de alarma digo). De entrada parece el ejercicio de irresponsabilidad absoluta de una presidenta tan madrileña como lo podía ser de cualquiera de los bantustanes del apartheid sudafricano.

La convocatoria que solo se explica por las maniobras diabólicas de una muñeca rota en manos de los inventores del Tamayazo, los alentadores del asalto del sector privado sobre los bienes públicos, los diseñadores de teorías de la conspiración, los usuarios de las puertas giratorias y los hacedores de la corrupción interna de partidos e instituciones.

Confundir oportunismo con oportunidad puede dar lugar a extrañas alucinaciones y desorientaciones varias. La presidenta madrileña ha dado un salto mortal sin red, porque las convocatorias electorales son como las armas que carga el diablo, sabes cómo empiezan, pero no cómo acaban. Se ha fiado de la fascinación aparente de los madrileños ante la chulería, el desparpajo y lo desmedido. No siempre funciona, o sí. Ya veremos.

Es una locura haber despeñado a Madrid, la capital del Estado, por una pendiente de desprestigio generalizado, a la contra de todo y de todos, en España y fuera de ella. Es irresponsable convocar unas elecciones en plena desescalada de una pandemia que sigue dejando muertes y contagios, en el comienzo de un proceso de vacunación y en el momento crucial en que nos jugamos contener una cuarta ola en lo sanitario y comenzar a recorrer la larga y dura senda de una recuperación económica y del empleo, sobre nuevas bases sólidas.

Unas elecciones para dos años convocadas por una presidenta que no ha sabido gestionar las políticas con la flexibilidad que exige un gobierno de coalición. Gobernar en coalición puede ser una opción forzada, o bien formar parte de una nueva concepción integradora de la política y de integración esta mujer sabe más bien poco.

Hará mal la izquierda en asistir a la cita electoral confiada en que la derecha y la ultraderecha no pueden obtener una mayoría absoluta que convierta Madrid en un campo de experimentación del retorno al franquismo sin Franco, un ejemplo para otras derechas y ultraderechas europeas. No hay diferencia alguna entre la Presidenta madrileña y la portavoz de la ultraderecha regional en su concepción de la política.

Bastará que Ciudadanos consume su desplome y una parte importante de sus votos se decante hacia las listas ultraconservadoras, o que haya candidaturas en la izquierda que consigan votos insuficientes, que no les permitan alcanzar el 5% necesario para acceder a representación en la Asamblea Regional, para que Madrid tenga un gobierno de ultraderecha sin complejos. No son pocas las encuestas que vaticinan ese escenario.

Más vale que Ciudadanos recomponga la figura y mantenga el tipo, cosa difícil en un país en el que muchos se declaran centristas pero pocos votan al centro. Los mejores resultados de Ciudadanos los han conseguido cuando han arrebatado votos a un PP destrozado por la corrupción y no cuando se han mostrado centrados.

Ciudadanos ha querido recomponer su figura liberal, atrapada en la foto de Colón, para buscar un lugar en el centro que unas veces apoya a la izquierda y otras a la derecha. El problema es que han querido comenzar por Murcia, les ha salido mal la jugada y han facilitado la decisión acariciada por el sector más ultramontano, aznarista y aguirrista del PP de convocar elecciones anticipadas en Madrid.

En cuanto a la izquierda, esto no va a ir de colgar fotos y opiniones ingeniosas en redes sociales, de estrambóticas operaciones de imagen, extravagancias y ocurrencias varias. Va a ir de un PSOE que sepa recoger su voto de izquierdas y atraer el voto centrista y centrado.

La imagen de Ángel Gabilondo ha intentado ser destrozada por las fanfarrias desencadenadas por los asesores instalados en el gobierno de la Puerta del Sol, pero es ahora, en los duros momentos que vivimos,  cuando el valor de las personas serenas, equilibradas, amigas del diálogo, la negociación y el acuerdo, adquieren toda la importancia.

A la izquierda del PSOE sobran listas, protagonistas y estrellas muy queridas y muy odiadas, héroes de la derrota. Más nos vale que buscaran pronto un buen puñado de personas conocidas, comprometidas, alejadas de la lucha partidista, los mejores en la ciencia, el urbanismo, la defensa de los derechos humanos, los servicios públicos, los derechos laborales y sociales, el medio ambiente, la igualdad y compongan una lista ilusionante para quienes llevamos tantos años deseando, alentando y trabajando por un cambio de progreso para Madrid.

Porque de eso va a ir la posibilidad de ganar las elecciones en Madrid. De cargarnos de ilusión, de aparcar siglas y personalismos y de saber componer un programa de emergencia económica y social compuesto por ideas fuerza en el horizonte de dos años vista.

Un programa sencillo pero firme y entendible, que piense en salvar a las personas y en salir unidos de la crisis sanitaria y económica. Las fuerzas políticas y sociales de progreso tenemos mes y medio para ganar las elecciones y que Madrid vuelva a sentirse orgullosa de ser capital de España, campeona del esfuerzo y la voluntad de igualdad, libertad y solidaridad.

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