Ya han pasado dos meses desde las elecciones autonómicas y municipales. Anda aún la derecha perpetrando pactos extravagantes en los que, inevitablemente, se ven obligados a aceptar el concurso, las condiciones, la participación en el gobierno y hasta la firma de una ultraderecha escaldada con el pacto de gobierno en Andalucía, en el que se sienten tratados como apestados indispensables.
Dos meses y todavía me sigo preguntando qué ha pasado para que, tras un breve paso de cuatro años por la izquierda, la mayoría de votantes madrileños haya hecho posible una alianza cantada de las fuerzas de una derecha, antes aglutinada por un PP, sometido ahora a escisiones por su ultraderecha y por su otra derecha.
Eran previsibles reacciones inmediatas como la supresión de Madrid Central, el cuestionamiento del Día del Orgullo y ataques a la libertad de expresión, como la reciente prohibición del concierto de Def con Dos en las fiestas de Tetuán. Mal empezamos y, sin embargo, los resultados electorales son los que son y lo hacen posible.
Al igual que hubo muchos que, medio en broma, medio en serio, afirmaban que contra Franco vivíamos mejor, habrá ahora quien vuelva a la movilización contra esto y aquello, con la sana intención de unir a una izquierda que no supo unirse para defender sus soluciones y propuestas.
No digo que no haya que movilizarse, porque habrá que hacerlo y mucho. Pero creo que hay que dedicar tiempo a analizar en qué nos hemos equivocado, qué hicimos mal y qué tenemos que hacer ahora para corregir errores y generar propuestas ilusionantes, para la ciudadanía. Algo que creo ha faltado en los últimos tiempos.
Errores como el cometido por el PSOE, al presentar un candidato desde la Moncloa, que tuvo poco tiempo para situarse en Madrid y que se veía obligado a leer literalmente las propuestas que los solventes “expertos” en comunicación le iban preparando. Los resultados han sido escasos y claramente insuficientes.
Errores como el cometido por los miembros de las innumerables confluencias y aparatosas divergencias, aglutinados en torno a Podemos, o Izquierda Unida, dividiendo una siempre precaria alianza que ganó las elecciones como Ahora Madrid.
Manuela Carmena ha sido una buena alcaldesa, preservada por encima del bien y del mal, pero al frente de un grupo de concejales tremendamente complejo. Al final, en un intento por asegurar una candidatura menos complicada, ha terminado confluyendo, a su vez, con una fracción escindida de Podemos, sembrando mayor confusión y cometiendo el error político de anunciar que si no ganaba, no estaba dispuesta a liderar la oposición.
Con todo, no creo que el problema haya que atribuirlo sólo a estas circunstancias. Es en los barrios populares, como Usera, Villaverde, Vallecas, Carabanchel, o Vicálvaro, donde ha aumentado la abstención, mientras que la participación ha aumentado en Centro, Salamanca, Chamberí, Centro, o Retiro. La derecha y la izquierda se la juegan en Madrid siempre por la mínima. Y esta vez esa mínima se ha decantado hacia la derecha, por incomparecencia de una parte del voto de la izquierda.
Creo que recuperar Madrid para la izquierda pasa por defender Madrid Central, pasa por defender los derechos conquistados, ya sea el Orgullo LGTBI, o la libertad de expresión y cultura. Pero pasa, sobre todo por recuperar la ilusión de transformación y cambio de unos barrios que han percibido que la atención iba a Madrid Central, calle Atocha, o Gran Vía, olvidando crear nuevas y atractivas centralidades en los distritos.
Hemos visto cómo se allanaban los caminos para inmensos pelotazos urbanísticos de bancos y constructoras en Chamartín, o en el Paseo de la Dirección, mientras las calles sucias, los alcorques deteriorados, los solares abandonados, las casas de apuestas sin control, se apoderaban de las periferias de la almendra central.
Los barrios han comprobado cómo se devolvía deuda municipal a los bancos, mientras no se ejecutaban las inversiones prometidas, previstas y hasta aprobadas en vivienda social, rehabilitación, escuelas infantiles, centros deportivos, o culturales, reforzamiento de los servicios sociales, o atención a las personas mayores y dependientes.
La izquierda política tendrá que alentar las manifestaciones para evitar retrocesos, pero su principal tarea se encuentra en escuchar las necesidades de la ciudadanía, traducirlas en propuestas y defender proyectos de ciudad en cada barrio y distrito. Ilusionar y movilizar voluntades para evitar que un tropezón se convierta en una caída. Para evitar que el salto atrás que se avecina de la mano de la triple alianza de las derechas, se convierta en un irreversible regreso al pasado.
El batacazo para la izquierda ha sido tremendo, no ha sido fortuita ni casual, pero nunca se sabe, ni nada está escrito, para quienes se empeñan en preservar su firme voluntad de ser protagonistas de su futuro.