Danas, Filomenas y Alcaldes

Hay que irse acostumbrando. Cada vez con más frecuencia sufriremos olas de
calor y episodios de lluvias, nevadas intempestivas, Filomenas. Lo quieran o no
los negacionistas al uso, sea culpa completamente de la acción humana, o sea
causado por la propia naturaleza, el hecho es que el cambio climático es ya
incuestionable.
Siempre hay quien se gana la vida apostando si son galgos o podencos
aquellos que vienen con intención de devorarnos. Tampoco faltan quienes
aprovechan cada desastre en acción para desencadenar las críticas contra sus
adversarios como si de enemigos irredentos se tratara.
Es lo que parece haber ocurrido con el alcalde Almeida, lanzando sus dardos
contra la AEMET, la Agencia de Meteorología, como si aquellos que intentan
desentrañar los misterios de una DANA, cualquier DANA, siempre cambiante,
caprichosa y pendenciera, fueran los culpables de la suspensión del partido de
su equipo de futbol.
Y todo porque la susodicha AEMET es un organismo del Estado. Se ve en esto
el distorsionado sentido de Estado de algunos políticos, que terminan
confundiendo Estado con Administración del Estado y los organismos estatales
con el Consejo de Ministros del gobierno de turno.
Debería saber Almeida que el Presidente de AEMET es elegido por el
gobierno, pero que el actual Presidente, Miguel Angel López, fue designado por
un Consejo de Ministros del PP y previamente había sido Director General de
Función Pública de la Comunidad de Madrid.
Con anterioridad había prestado servicios en numerosos organismos del
Estadol a lo largo der su larga carrera administrativa como funcionario del
Cuerpo Superior de la Administración Civil del Estado, lo cual no le ha impedido
desempeñar numerosos cargos en la Administración territorial y en la militar.
No han sido los trabajadores de AEMET los que se han equivocado. Es que la
Naturaleza no es “afinable” hasta el grado deseable por el Alcalde y una alerta
roja termina descargando las cantidades de lluvia previstas, desencadenando
los vientos anunciados, o destruyendo bienes materiales y vidas humanas
irrecuperables, aunque no siempre en el punto del GPS que le viene bien a
cada cual.
Bastante más lista que el regidor madrileño, la Presidenta Ayuso se ha
apresurado a agradecer a la AEMET los servicios prestados y pedir
inmediatamente después al gobierno de Sánchez la declaración de zona
catastrófica esgrimiendo las 17.000 llamadas, los cerca de 1800 incidentes
registrados y las cerca de 1200 intervenciones que, tan sólo los bomberos, han
tenido que realizar.
Más le valdría al alcalde de Madrid y a otras autoridades, como la propia
ministra de Transportes, la del colapso ferroviario, que hubieran tomado buena
nota de Filomena y adoptado las medidas necesarias para que dos años y
medio después los ferrocarriles, las carreteras, los túneles, las calles, no

quedaran anegadas, bloqueadas, colapsadas como si de una maldición, un
estado místico del hombre, se tratara.
Aunque no fuera muy probable, porque, como bien nos recordaba Gil de
Biedma hace ya más de sesenta años, no hay en España estados místicos, ni
maldición alguna, sino más bien inmemorial pobreza y un vulgar negocio de los
hombres en forma de malos gobiernos, pagados por hombres que trafican con
nuestras vidas. A fin de cuentas así es este país de todos los demonios.
Este tipo de políticas, políticos y alcaldes son un lujo que no podemos
permitirnos en tiempos de Danas y Filomenas cada vez más frecuentes.

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