Qué mejor que volver a la normalidad, parecen pensar algunos, que volver a las rebajas, al Black Friday que da el pistoletazo de salida a los excesos navideños, los grandes descuentos. La pandemia ha conseguido que muchas de estas compras se realicen ahora online. No hace falta acudir a la tienda, rellenamos un formulario en casa y listo.
El problema es que todo lo nuevo supone abrir las puertas a grandes oportunidades, especialmente para aquellos que han aprendido a trastear en internet y preparar estafas, engaños y fraudes a la carta.
Estamos muy acostumbrados a confiar en los proveedores de la red, comprar confiando en unas siglas, un logo, una marca, pero es muy fácil caer en las redes de los ciberdelincuentes. El phising es, tal vez, la principal amenaza, la técnica más exitosa para suplantar identidades y cobrarnos dinero a cambio de nada de nada.
Nos ofrecen grandes descuentos, nos dirigen a páginas engañosas que suplantan a las grandes marcas, roban nuestra información bancaria, la de nuestras tarjetas de crédito y nuestros códigos de seguridad. Nos hacen un agujero en la cuenta bancaria.
Los bancos y algunas grandes marcas nos avisan de que no confiemos, que tengamos un especial cuidado con estos mensajes, que no facilitemos nunca nuestros datos personales, ni nuestras claves, pero aún así son muchas las personas que picamos el anzuelo.
Vivimos tiempos de cambios profundos y esos cambios son muy propicios para que los pícaros, especuladores, defraudadores y delincuentes de nuevo tipo llenen sus bolsas a costa de almas incautas como las de la mayoría de nosotros. El timo de la estampita, o el del tocomocho han cambiado mucho, pero siguen funcionando de otra manera.
Hay algunas recetas de sentido común que deberíamos tomar en cuenta para evitar caer en las trampas tan bien elaboradas. En primer lugar la receta de que nadie regala duros a pesetas y, por lo tanto, hay que sospechar de los correos, o los mensajes, que nos plantean grandes ofertas.
Otro factor a tomar en cuenta son los remitentes extraños de correos, no permitir la descarga de documentos que introducen malware en nuestro sistema y nos roban la información. No descargar documentos, pero tampoco meternos en páginas a las que muchos de esos mensajes pretenden dirigirnos.
En cualquier caso, hay fraudes que podemos prevenir manteniendo actualizados nuestros antivirus. Y, además, podemos evitar muchos de estos disgustos si nunca facilitamos nuestros datos personales, si no rellenamos formularios en los que nos los pidan, si comprobamos quiénes nos los están pidiendo.
Los fraudes, el engaño, la mentira, la estafa, forman parte de nuestra historia como especie sobre la tierra. Aparecen en los textos bíblicos y en todas las mitologías de la antigüedad. Cambian las maneras y las formas, aparecen y desaparecen momentos y eventos como este del Black Friday, pero allá donde vayamos podemos esperar que alguien intente engañarnos, enriquecerse a nuestra costa.
A fin de cuentas los ciberdelincuentes del Black Friday son los delincuentes de siempre con otros medios a su alcance.