Tener un tejido de pequeñas y medianas empresas (PYMES) parece una desventaja competitiva con respecto a aquellos países que cuentan con un tejido de grandes empresas. El 99´8% de las empresas españolas son pymes y cuentan con menos de 250 trabajadores. En términos de empleo aglutinan algo más del 65% de los puestos de trabajo.
Sin embargo no siempre es así. Ya nos lo contaba Ernst Friedrich Schumacher en aquel libro Lo pequeño es hermoso. En muchas ocasiones lo pequeño, es más ágil, flexible, adaptable y competitivo que lo grande. Países con un tejido empresarial basado en las pymes puede ser más resistente a las transformaciones continuas que se producen en el tejido económico a niveles globales.
Una parte del comportamiento económico de España, con respecto a otros países europeos estriba en ese tipo de tejido económico que, si va bien, crea empleo y si va mal se cierra, desaparece y busca nuevas oportunidades. Hasta aquí las ventajas. También hay inconvenientes en esta estructura empresarial.
Los altos niveles de temporalidad y de precariedad laboral en España tienen mucho que ver con la debilidad de esos proyectos empresariales. Tienen que ver con la falta de formación que se detecta y que es más frecuente en la pyme.
El coste de formación les parece muy grande en relación con los beneficios inmediatos que buscan, al tiempo que no cuentan con nadie capaz de organizar esos procesos formativos. La temporalidad juega a la contra, porque formar trabajadores puede significar que se cambien de empresa.
Los gobiernos europeos, también el español, intentan compensar la brecha formativa de las pymes a base de facilitar fondos de formación para el empleo procedentes de las cotizaciones de empresas y trabajadores. También utilizan subvenciones procedentes de presupuestos generales, o de fondos europeos. A veces, en lugar de dar ayudas, reducen las cargas fiscales de las empresas, o compensan gastos formativos.
Pero no sólo dan dinero, incentivos fiscales, subvenciones, o ayudas, también proporcionan asesoramiento, consultoría, formación directa pública y gratuita. Existen toda una serie de experiencias formativas con pymes, en el conjunto de la Unión Europea, de las que deberíamos aprender, porque la falta de cooperación contribuye a incrementar los problemas formativos de muchas de nuestras empresas.
El asesoramiento público en materia de innovación y formación es uno de los elementos que ensayan en muchos países para favorecer la innovación en las pymes y detectar necesidades formativas y ayudas disponibles. En algunos países organizan la cooperación y planificación conjunta de formación por parte de pymes, con evaluaciones periódicas que facilitan la corrección de problemas y los cambios de rumbo.
Igual que existen créditos y horas de formación, hay países que facilitan horas de asesoramiento gratuito para que las empresas puedan diseñar la formación que necesitan y acceder a las ayudas a su alcance. En otros lugares ofrecen programas de acompañamiento y formación en la propia empresa, para resolver problemas, o para formar sobre la marcha a los trabajadores.
Apoyar experiencias innovadoras, fomentar las redes de formación, facilitar el intercambio de experiencias, extender la cooperación entre empresarios y sindicatos en las pymes, introducir a las pymes en la formación continua, o promover el contacto entre empresas y centros de formación, son otros tantos mecanismos útiles, experimentados en Europa y que pueden contribuir a mejorar la formación en países como España, con un alto componente de pymes y micropymes.
La nueva realidad derivada de la digitalización y robotización de nuestras empresas ha llevado a muchos países a plantearse la financiación de proyectos de automatización de las pymes, la creación de centros específicos para ayudar a la digitalización y el aumento de las competencias digitales, o la formación en I+D.
Existen experiencias novedosas, que profundizan en la creación de talleres y grupos tecnológicos capaces de actuar con empresarios y trabajadores en la mejora de la capacidad para analizar datos, la ciberseguridad, la productividad de las empresas, las nuevas tecnologías productivas, o el marketing digital.
Aprender de estas experiencias, favorecer el intercambio y los programas de visitas a estos lugares innovadores, se convierte en elemento esencial para el futuro de nuestras empresas y nuestro empleo, porque un tejido empresarial de pymes exige cooperación, formación y aprovechar cuanto de innovador se va produciendo en el resto de países europeos.