Compañeras y compañeros,
Habéis vuelto a llenar las calles de Madrid. Bajo la lluvia, en mitad de un puente. Los trabajadores y trabajadoras madrileños nos mojamos pero no nos arrugamos.
En 1890 Madrid conmemoraba por primera vez el 1 de mayo, siguiendo el acuerdo del Congreso de París de la Segunda Internacional. Una jornada reivindicativa. Una jornada para rendir homenaje a los Mártires de Chicago, ejecutados en la horca, por su participación en las huelgas iniciadas el 1 mayo 1886, para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. En1893 el gobernador de Ilinois aceptó revisar la condena. Los sindicalistas ahorcados habían sido víctima de un «error judicial». 122 años han pasado y no nos ahorcan por manifestarnos. Hemos conquistado derechos. Cada conquista de un derecho laboral, social, civil, ha sido fruto de muchas luchas, muchas huelgas, manifestaciones, muchas vidas. Nada nos ha sido nunca regalado. Ni el convenio colectivo, ni la salud laboral, la sanidad, las pensiones de nuestros mayores, la educación de nuestras hijas y nuestros hijos, la atención a la dependencia.
El derecho a reunirnos, a constituir sindicatos, a manifestarnos, a la huelga. El derecho al aborto, el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Tenemos hoy un Estado Social y Democrático de derecho, porque muchas gentes, antes que nosotros, lucharon por la libertad, por una vida digna y un trabajo decente.
Hace un mes estábamos aquí defendiendo el empleo, contra la reforma laboral y los recortes sociales. Hace dos días estábamos de nuevo aquí, contra los recortes sanitarios y educativos.
Nuestro trabajo es la riqueza de este país. Nuestras luchas defienden los derechos y las libertades. Por eso nos duele este gobierno, empecinado en combatir la crisis y el paro debilitando la democracia y convirtiéndonos en súbditos, cada vez más pobres, cada vez más precarios, cada vez más parados.
Por eso nos duele escuchar, en boca de nuestra presidenta, que somos gamberros en la Puerta del Sol. Como nos dolió que, tras la huelga general, no tuviera otra ocurrencia que decir que los sindicatos caeríamos como el muro de Berlín.
Ella, nuestra Presidenta, Esperanza Aguirre, que nunca podrá entender nuestras alegrías cuando conseguimos mantener abierta una empresa, cuando salvamos un puesto de trabajo, cuando nuestros hijos encuentran un trabajo, cuando encontramos un empleo, tras meses o años de permanecer en el paro. Cuando cobramos un salario, aún con retraso.
Una presidenta que nunca podrá entender el dolor del paro, el nuestro, el de nuestros hijos. Lo que nos cuesta llegar a fin de mes, con un subsidio de desempleo, o con los 400 € de ayuda.
Lo que supone el tarifazo del transporte público, que hoy nos ha regalado para conmemorar el Día del Trabajo. El dolor de nuestros mayores dependientes, los estudios de nuestros hijos, nuestra enfermedad y lo necesaria que es nuestra sanidad pública.
Ella es de otro mundo, un mundo que vive de espaldas al nuestro. Mañana Esperanza Aguirre abrirá las puertas de su palacio presidencial para celebrar el 2 mayo, en una recepción festiva a la que no acudiremos, porque no tenemos nada que celebrar, porque vivimos invadidos, porque ella es colaboracionista de esta invasión.
Aquel 2 mayo, cientos de madrileños fueron masacrados en la Puerta del Sol, cuando se rebelaban contra otra invasión, mientras sus gobernantes aplaudían tras las ventanas cerradas. Vivir en libertad es vivir sin miedo, es un derecho que hemos conquistado y que vamos a defender masivamente. Defender nuestro agua, Telemadrid, la Renfe, el Metro, la sanidad pública, la educación pública, la atención a la dependencia.
Defender el empleo, en las calles, en las empresas. Allá donde la vida digna y el trabajo decente se encuentran en riesgo.
Hasta que el gobierno negocie y cambie sus políticas, o hasta que cambie el gobierno.
Adelante.
Viva la lucha de la clase trabajadora.
Viva la unidad de los trabajadores y las trabajadoras.
Viva UGT y las CCOO.
VIVA EL 1 de Mayo.
Francisco Javier López Martin