EL RELATO DE MI PAÍS

historia de mi paisDice Alberto Núñez Feijoo que al Gobierno le falta relato para explicar las medidas que están aplicando contra la crisis. De gallego a gallego, Alberto reprocha a Mariano poca claridad en la explicación de las cosas que están ocurriendo y las medidas que se están adoptando. Falta relato, dice Alberto.
No es un problema exclusivo del PP y su Gobierno. No tenemos un relato creíble de España. No contamos con un país que sepa dónde va, donde quiere ir y, aún menos, cómo andar el camino. Puede ser que algunos lo sepan, pero no conforman un escenario compartido, sino una visión dispersa y, a menudo, incoherente e inconexa.
Salimos de la dictadura franquista como un país pobre, sumido en la crisis del petróleo, con altos niveles de paro, con una inflación de caballo, que convertía en un problema prioritario la carestía de la vida, para muchas familias. Con serios problemas de vivienda, infravivienda, chabolismo en torno a las grandes ciudades.
Un país con carencias sanitarias muy importantes. Insuficiencias educativas y unos servicios sociales inexistentes. Un país sin un sistema de pensiones desarrollado y sin atención alguna a la dependencia. En definitiva, una España separada completamente del Estado Social y del bienestar que, durante décadas, se había ido construyendo en Europa.
Una España pobre, con una industria incipiente y, en muchos casos, atrasada. Con una alta dependencia del turismo y de las remesas de las personas emigrantes, con un estado más de beneficencia que del bienestar. Sin un sistema fiscal capaz de recaudar con impuestos directos una parte de los recursos necesarios.
Y sin embargo, esa España, fue capaz de sumar esfuerzos y equilibrar sacrificios para remontar un atraso secular y una pobreza endémica.
Una reforma fiscal que allegó recursos, una contención pactada de los salarios, un control del crecimiento de los precios. Un esfuerzo inversor en desarrollar el sistema sanitario, público, la enseñanza pública, los servicios sociales. Inversiones en vivienda e infraestructuras.
Fue muy complicado, porque todo ello se hizo en paralelo con un proceso complicado de transición hacia la democracia, en el que asesinatos como el de los Abogados de Atocha, intentonas golpistas como la del 23-F, o ruido de sables en los cuartos de banderas, estaban a la orden del día.
Aquellos españoles, aquellas españolas, de las dos Españas, lo hicieron.
Hoy muchos critican el proceso de transición española, mientras otros lo alaban de forma desmedida. Ni lo uno, ni lo otro es completamente cierto. Pero hay que meterse en la piel de aquellos hombres y mujeres y confiar en que hicieron lo que pudieron.
Casi 38 años después de la muerte del dictador, en mitad de una grave crisis, España vive una dura crisis económica, con tasas de paro desbocadas, recortes laborales y sociales, ajustes económicos y presupuestarios, un empobrecimiento cada día mayor. Aún así, mirando desde la distancia, este país ha dado un paso de gigante.
Hemos cometido errores, muy graves, como creer que se puede pasar del suelo a una nube, montados en una burbuja y pensar que podíamos quedarnos flotando en el aire indefinidamente. Nos han contado un relato equivocado de crecimiento especulativo en torno al sector inmobiliario y alto endeudamiento para un consumo cada vez mayor.
Quienes construyeron el relato son los mismos que hoy recortan, ajustan, debilitan el Estado social, utilizando mecanismos antidemocráticos, que no proceden de ningún programa electoral aprobado por las urnas, sino decididos por burócratas, tecnócratas, banqueros y gobernantes que no aciertan una, en una Europa débil, insuficiente, incapaz, de ser algo más que una unidad monetaria.
En consecuencia, me parece que no es que al PP le falte relato para explicar que está pasando. Es que el país ha perdido un relato coherente que conecte el pasado con el futuro, porque el suelo del presente se desmorona y el futuro se mueve en una nebulosa que muchas veces parece un agujero negro.
No hay cuento sin cuentas y los números que sustentaban nuestro relato, han sido cambiados por otros mucho peores y catastróficos. Los mismos auditores que daban por buenos los satisfactorios beneficios de Bankia, nos dicen ahora que esos beneficios eran pérdidas. Es un buen ejemplo de cómo, aunque nada haya cambiado, ni desastre alguno, o guerra alguna, haya destrozado el país, el cambio de las cuentas nos lleva a una crisis de brutales consecuencias. Una crisis que nos ha robado el relato de país.
Pues bien, me parece hora de que cada uno, cada una, nos aprestemos a escribir un relato colectivo. Un memorándum, un acuerdo, una carta, un convenio.
Cada una, cada uno, puede decir su frase, contar su historia, defenderla, someterla a debate, acordarla con el resto de relatoras y relatores. Un acuerdo, un escrito colectivo, que imagine cómo queremos ser en los próximos treinta años. Qué bases ponemos ahora, para no seguir cayendo en el abismo. Qué modelo económico necesitamos. Cómo salvamos a las personas de esta crisis y de la pobreza. Como protegemos a las personas paradas, cortamos la sangría del empleo y creamos puestos de trabajo.
Si en peores condiciones que las nuestras, ellos fueron capaces de construir nuestro relato de país, también nosotros podemos escribirlo. O al menos intentarlo. A no ser que algunos ya hayan decidido que no hay país que contar, o que no merece la pena ser contado.

Francisco Javier López Martín
Presidente de la Fundación Sindical Ateneo 1º de Mayo
Secretario de Formación Confederal de CCOO

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