La educación de los invisibles

Son muchos. Me asombró descubrir que en eso que llamamos Unión Europea viven casi 90 millones de personas que tienen alguna discapacidad. Personas que viven en un mundo que dificulta su acceso a servicios esenciales. Que les complica emprender un proceso formativo. Que no cuenta con puestos de trabajo adaptados a sus necesidades y a sus capacidades.

Son personas invisibles. Pocas de ellas terminan una carrera universitaria, una formación superior. Sus niveles de empleo son casi 25 puntos porcentuales inferiores a los de la media. Abandonan más los estudios y emprenden menos un proceso de aprendizaje de personas adultas.

Es verdad que algunas empresas crean empleos para personas con discapacidad. Pero es frecuente que lo hagan como parte de su política de responsabilidad social. Es frecuente que esos empleos sean puestos en marcha por obra y gracia de una fundación creada para lavar la imagen de la empresa y realizar una labor social.

Es así como se crean empleos protegidos que, lejos de ser transitorios, se convierten en objetivo en sí mismos, cuando lo ideal sería que estas personas pudieran participar en procesos formativos de todo tipo e integrarse en puestos de trabajo abiertos.

Una de las claves para conseguir formación y empleo para las personas con discapacidad, en toda Europa, es que la orientación profesional sea útil para estas personas y para sus familias. Elaborar trayectorias personales de formación y empleo, abrirles un abanico de posibilidades adaptadas. Ofrecerles diversos soportes y herramientas con los que familiarizarse y trabajar autónomamente.

A fin de cuentas, para las personas con discapacidad, al igual que para cualquier otra persona, poder decidir sobre su trayectoria profesional es una prioridad. Desde los niveles más básicos a los más especializados, facilitar el asesoramiento y la orientación, se convierte en la llave para el éxito de las medidas que se van adoptando.

Si la formación de las personas con discapacidad es el primer reto, el de la formación de sus orientadores es esencial para que sus capacidades de comunicación, el cuidado de sus valores personales y el conocimiento del entorno laboral disponible, junto a las posibilidades de obtener recursos y financiación, se pongan al servicio de quienes lo necesitan.

Hace tiempo que los entornos de competencia feroz entre personas están  siendo cuestionados y sustituidos en numerosas experiencias por entornos cooperativos y colaborativos. Espacios de reflexión y formación compartidos por personas con y sin “necesidades especiales”.

Otro elemento determinante dentro de estas estrategias de formación y empleo se encuentra en el intercambio de buenas prácticas, experiencias, investigación en los diferentes países. En una Europa de múltiples nacionalidades y lenguas, es esencial que, en materia de formación y empleo, hablemos en el mismo idioma, compartiendo herramientas y trabajo.

El enfoque interseccional impulsado por Kimberlé Crenshaw, en el marco de la lucha feminista, adquiere relevancia a la hora de abordar las acciones contra todo tipo de discriminación. El género, el origen social, la raza, son también condicionantes que determinan la existencia de mayores o menores dificultades para las personas con discapacidad.

La misión más importante de Europa, a la hora de remover los problemas que existen en este campo, sigue siendo el de facilitar la investigación, el esfuerzo compartido, el compromiso de las organizaciones sociales, los sindicatos, las empresas, en el objetivo común de facilitar la formación y la inserción laboral de las personas con discapacidad.

Se están haciendo cosas, pero queda mucho por hacer y, como en otros muchos campos, países como Austria, Suecia, Finlandia, Francia, Países Bajos, o Alemania nos llevan ventaja. Pero no sólo ellos. Experiencias en Malta, Grecia, o Portugal apuntan en la buena dirección.

No podemos permitirnos, como en otros muchos campos de trabajo, resignarnos al famoso “que inventen ellos” del buen Unamuno. Más bien al contrario, deberíamos dar cuerpo y salida a nuestra capacidad de transformar, innovar y aprovechar las dificultades para impulsar nuevas soluciones y avances.

Los invisibles esperan una oportunidad y nosotros debemos hacerlo posible. Cuando queremos, podemos. El problema es que queremos pocas veces.

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