En un país sumido en los problemas derivados de la crisis económica, el paro, la precariedad, el empobrecimiento, el debilitamiento de los servicios públicos, como lo es España en estos momentos. En un país política y socialmente crispado hasta la extenuación, como fruto de los recortes y las políticas de austeridad que se vienen aplicando, la formación no se mantiene al margen de este intenso debate.
La reforma educativa, la reforma de la formación profesional, o la de la formación para el empleo, forma parte del debate social que vivimos como país. Y ante ello, podemos adoptar soluciones mágicas, o trabajar para extraer lo mejor de nuestra experiencia pasada y acometer las mejoras necesarias. De eso va el debate de la Formación Dual en España, máxime cuando se vende como una de las varitas mágicas venidas de la todopoderosa Alemania.
Para empezar, la formación dual, la que combina formación y experiencia laboral, no es nada nuevo en España, por más que desde Europa se nos presente ahora como una política decisiva para abordar los problemas de empleo de los jóvenes. Desde Europa la Estrategia 2020, el Fondo Social Europeo, los nuevos programas Erasmus, CEDEFOP, nos aportan objetivos y conceptos de formación en alternancia, dual, movilidad y aprendizaje en las empresas. De ahí las prisas de legislar en España, estableciendo contratos de formación y aprendizaje que intentan establecer las bases de la formación dual.
Y sin embargo, ya lo hemos dicho, nuestra Formación Profesional ya contemplaba la formación profesional con prácticas laborales, no laborales, en alternancia, becarios, formación en la empresa. Uno de los problemas es que todas las modalidades perviven, pero de forma desordenada y con demasiados centros de decisión, con poca participación de los trabajadores y poniendo la formación al servicio de la precarización del empleo de nuestros jóvenes, en detrimento de la dimensión formativa.
La demanda de Formación Profesional es cada vez más intensa, incluso por parte de estudiantes y titulados universitarios. El alumnado de FP se ha incrementado en 200.000 personas entre 2008 y 2013. Además, la matrícula de FP, en 2012-2013, superó las 660.000 personas. Por mucho que invirtamos en formación dual, no hay capacidad en las empresas para responder a esta demanda de formación.
Conviene tomar en cuenta, además, algunos elementos que nadie parece querer reconocer en el modelo alemán de Formación Dual. Su carácter tripartito en cuanto a la concepción del modelo. Es el Gobierno, ya sea Central o territorial, junto a los empresarios y los sindicatos, los que sustentan la planificación, diseño, programación, gestión, seguimiento y evaluación del sistema. Además, empresa por empresa, o en cada sector productivo, empresarios y sindicatos cogestionan, gestionan de mutuo acuerdo, los planes, programas y cursos de Formación Profesional. La relación entre centros de Formación Profesional y las empresas es muy ágil e intensa. Por último, no conviene olvidar que los recursos formativos proceden de los Presupuestos, de las cuotas, pero sobre todo de las propias empresas, que invierten de forma voluntaria en el sistema.
Pese a estas virtudes, el sistema alemán también tiene problemas. Por ejemplo, su alta dependencia de la demanda y el alumnado de las propias empresas, con lo cual hay muchos jóvenes que tardan en acceder a la formación, se desaniman, o abandonan. La calidad de la formación en las empresas es heterogénea y no siempre está garantizada. En ocasiones aparecen abusos de jornada, tareas, carga de trabajo de estos jóvenes. El papel de los tutores de empresa no está bien definido, ni se asegura su cualificación.
En definitiva, los mejores resultados se producen en aquellos lugares donde funciona el diálogo social entre empresarios, sindicatos y gobiernos y dónde la negociación colectiva establece claramente los derechos, deberes y regulación de los procesos formativos de la empresa o el sector, por acuerdo entre sindicatos y empresarios.
Por eso, la Confederación Europea de Sindicatos (CES), plantea la necesidad de que las reformas educativas y especialmente las que afectan a la Formación Profesional se aborden desde el diálogo social. Es preciso asociar los procesos de formación en los centros educativos, con prácticas en los centros de trabajo, estableciendo claramente la duración de la formación y de las prácticas. Hay que establecer límites de edad para la formación dual. Las prácticas en las empresas deben contar con contrato laboral y con seguimiento sindical de las condiciones de las mismas, para evitar abusos. Definiendo bien la figura del tutor, su responsabilidad y su formación. Todas estas medidas deben permitir que la calidad presida los procesos formativos.
La Formación Dual no es algo nuevo en España, pero debemos retener lo mejor de nuestra experiencia e incorporar cuanto hay de positivo en otras experiencias. Desde CCOO creemos que la formación debe garantizar un derecho, el de la formación de las personas, su desarrollo personal y profesional; una necesidad, la de las empresas de contar con trabajadores y trabajadoras bien cualificados; un objetivo económico y social ineludible, como lo es el de crear empleo; una urgencia en dotar a este país de personas capaces de participar laboralmente en la definición de un nuevo modelo productivo.
Abordar un nuevo modelo de Formación para el Empleo debería tomar en cuenta estos objetivos, urgencia, necesidades. Debemos aprovechar el momento para dotarnos de una oferta pública, suficiente, de calidad, flexible. Para asegurar que la FP integra los componentes de teoría y práctica mejorando y articulando bien la relación entre centros y empresas. Estableciendo los instrumentos tripartitos entre Gobiernos, empresarios y sindicatos. Siendo cuidadosos con las buenas prácticas y los logros de centros y de inversiones realizadas en Formación Profesional. Delimitando claramente la colaboración de las empresas. Asegurando plazas suficientes para atender una demanda creciente. Estableciendo Ciclos Formativos consolidados.
En definitiva, poniendo el derecho a la formación y las necesidades de nuestro tejido productivo, en el centro de nuestro modelo de Formación Dual. Desarrollando instrumentos de gobierno, gestión y evaluación de la Formación que incorporen a los gobiernos, los empresarios y los sindicatos. Porque lo que es seguro es que, sin estos tres componentes, el fracaso de cualquier modelo es seguro.
Francisco Javier López Martín