Mujica, abogado de los pobres

Cuando en aquel Congreso de CCOO de Madrid, en el año 2004, decidí proponer la creación de la Fundación Abogados de Atocha, de la cual se cumplen pronto 20 años, no se trataba sólo de conmemorar, recordar y preservar la memoria de aquellos jóvenes abogados  asesinados por una banda terrorista de ultraderecha aquel 27 de enero de 1977.

Intentaba, en aquellos días, que los mejores de nuestra especie, las mujeres y los hombres que luchan diariamente por los derechos, la libertad y la justicia, brillaran cada año entre nosotros, que fuera reconocida su obra y actuaran como ejemplo para nosotros y para quienes nos dieran continuidad en el tiempo.

Acabábamos de sufrir los terribles atentados terroristas del islamismo radical el 11 de Marzo de ese mismo año. Nuestra organización se desangraba en una confrontación interna en torno al papel del sindicalismo en los tiempos cambiantes que vivíamos. Los años nos ha demostrado que siempre vivimos tiempos cambiantes, cada vez más acelerados, cada vez más cargados de trifulcas, disputas y reyertas.

Poco podía pensar, en aquellos días de incierto futuro, entre la conmoción del planeta, que a lo largo de estos 20 años la Fundación iba a reconocer, premiar, alzar ante nosotros, un elenco de grandes protagonistas de la defensa de los derechos laborales y sociales.

Hemos reconocido y premiado a personas y colectivos muy diversos. A las mujeres de los presos franquistas, al Colectivo de Abogados Saharahuis, a Marcos Ana y Domingo Malagón, a la Fiscalía General de Guatemala, a José Luis Sampedro, a los despachos laboralistas impulsados por mujeres como María Luisa Suárez, a la que siguieron otras como Cristina Almeida, Lola González, Francisca Sauquillo, o Manuela Carmena.

A los Afectados por el terrorismo en el 11-M, a la jueza argentina María Servini por su defensa de la justicia universal, a los actores en lucha en la huelga del 75, a los sindicalistas del Proceso 1001. Al Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), a la Unión Militar Democrática (UMD), a los Cantautores y Cantautoras por la Libertad, al Pueblo Palestino, a Reporteros sin Fronteras, al  Observatorio de la Abogacía en Riesgo.

A Juan Genovés, magnífico pintor, autor del cuadro del Abrazo que, a petición nuestra, convirtió en la escultura que ya se ha convertido en icono y emblema de las luchas pacíficas por la democracia y que tuve el orgullo de inaugurar en la castiza plaza de Antón Martín, junto a Álvarez del Manzano, en junio de 2003, justo el día en que se perpetraba el golpe tamayista en la Asamblea de Madrid.

Me quedo corto, pero estos son tan sólo algunos de los premiados, todos merecedores del premio, todos defensores de la vida, la libertad y los derechos. Y entre ellos Pepe Mujica. Tuvimos que esperar, para hacerle entrega del premio, a que coincidiera con un viaje a Madrid, en agosto de 2018.

Hace 20 años que el Congreso de las CCOO de Madrid aprobó por unanimidad mi propuesta de crear la Fundación Abogados de Atocha. Todas y todos los presentes sabíamos que estábamos creando una casa de la palabra, un lugar de encuentro, para cuantas personas eligen el método pacífico para enfrentar el futuro. Para quienes eligen el abrazo para abrir las puertas a vidas libres, convivencias democráticas, imperios de la justicia,

Ahora, cuando ese hombre que renunció a las armas, que vivió más de 15 años de prisión, muchos de ellos encerrado en una cueva, con la sola compañía de ranas y ratones, Sin leer, sin escribir, sin hablar. El hombre que salió de la cárcel en 1985 era ya otro, muy distinto. Un hombre que hablaba de tú a tú a la vida y a la muerte. Un hombre alejado de las poderosa fuerzas que gobiernan el mundo.

Tal vez por eso compró su pequeña chacra, en la afueras de Montevideo. Tal vez por eso continuó su labor política intensa, alcanzó la presidencia y se retiró tras un solo mandato, Tal vez por eso no cayó nunca en las tentaciones del dinero y del poder. Tal vez por eso aprendió a vivir la sencillez y la tremenda complejidad de las cosas simples con tanta maestría.

Pepe Mujica conservará para siempre su lugar preferente en nuestra casa de la palabra. Porque siempre fue un defensor, un abogado, de los pobres. Uno más de los de Atocha. Tan joven como ellos, con sus ilusiones, sus esperanzas y sus ansia de futuro. Uno de los nuestros. Para siempre.

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