EL PRECIO DE LOS PISOS Y OTROS MALES

El precio de la vivienda nueva ha subido en España un 659 por ciento en los últimos 25 años, mientras que el precio de los bienes y servicios, la inflación, ha crecido un 161 por ciento. Sin tomar en cuenta la caída de los precios de la vivienda desde 2007, los precios de la vivienda habían crecido hasta en un 791 por ciento desde 1985. En el caso de Madrid, los precios de la vivienda nueva han crecido un 609 por ciento.

La situación resulta incomprensible si no tomamos en cuenta el crecimiento económico derivado del pelotazo inmobiliario y la especulación financiera. El crecimiento de los precios de la vivienda nueva o usada es disparatado en nuestro país. La economía del ladrillo ha creado mucho empleo directo en la construcción, en los servicios, en la industria. Empleos precarios, en muchos casos, pero que alimentaban el consumo, y de forma muy intensa, el consumo de vivienda nueva o usada, con accesos fáciles al crédito necesario para la compra de viviendas que iban multiplicando geométrica y exponencialmente su precio, creando una expectativa artificial y ficticia de riqueza.

Una expectativa de consumo y de riqueza que se ha desplomado brutalmente con la crisis de los mercados especulativos y las hipotecas basura.

Ahora, por cientos de miles, se encuentran las viviendas construidas y no vendidas. Cientos de miles las que se encuentran en construcción y paralizadas. Cientos de miles de viviendas en manos de los bancos y Cajas de ahorros, que no pueden permitirse el lujo de bajar los precios hasta el punto de dar pérdidas en sus resultados económicos.

La situación que atraviesan las Cajas de ahorros y su profunda reordenación tiene mucho que ver con esta acumulación de suelo y vivienda. En tanto no se diluya esa enorme bolsa de activos inmobiliarios sobrevalorados, no podremos decir que se ha despejado el escenario de crisis y podemos iniciar una senda estable de recuperación económica. El crédito sigue sin fluir desde el mayor ahorro hacia las familias y las empresas, lo cual dificulta notablemente la situación económica de muchas pequeñas y medianas empresas.

Frente a quienes alientan reformas en el mercado de trabajo, en la negociación colectiva, o las pensiones, se alza la realidad de un sistema financiero, un sistema fiscal, o una financiación municipal, que precisan cuanto antes las verdaderas reformas estructurales que den solución a problemas que entorpecen y lastran el crecimiento económico de nuestro país y la salida de la crisis.

Francisco Javier López Martín

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