¿Qué fue de los cantautores?

Sí, ese es el título del poema de Luis Pastor que acabó dando nombre a su disco de 2017, Memorias en Verso. La reflexión que nos traslada, viene de lejos. En duros momentos Luis nos ha recordado ese poema histórico y profético. Recuerdo que se acercaban las elecciones que dieron el triunfo a la derecha en 2011 y lo leyó en el Círculo de Bellas Artes, participando en la presentación de un libro sobre José Saramago, muerto el año anterior.

Hizo Luis el ejercicio de valorar, juzgar, analizar, qué de bueno y qué de malo hubo en aquella trayectoria de los cantautores españoles que abanderaron nuestros ritmos en la famosa Transición española para ir siendo arrumbados, apartados, conducidos al olvido poco a poco.

Éramos tan libertarios, casi revolucionarios
Ingenuos como valientes, barbilampiños sonrientes…

Esos chicos que íbamos a ver allí donde podíamos, desde el Gayo Vallecano fundado por el imprescindible Juan Margallo, junto a Fermín Cabral, o Luis Matilla, el Ateneo Libertario de Villaverde, o el San Juan Evangelista, entre otros. Luis, Sabina, Aute, Krahe, Pablo Guerrero, Rosa y Julia León, Victor y Ana, Elisa Serna, Sánchez Ferlosio, o Hilario Camacho.

Más en la distancia geográfica, que no afectiva, Marina Rosell, María del Mar Bonet, Serrat, Paco Ibáñez, Luis Llach, Mercedes Sosa, Soledad Bravo, Victor Jara, Silvio, Pablo, Violeta, Viglietti, o Raimon. Y muchos más, una relación infinita que alimentaba nuestras ilusiones.

Fuimos sembrando canciones en esta tierra baldía
Y floreció la poesía y llenamos los estadios
Y en muchas fiestas de barrio sonó nuestra melodía.

Qué fue de los cantautores, se pregunta Luis. Pues yo diría, ni más ni menos, que lo que fue de todas y todos nosotros en una sociedad que consiguió transitar hacia la democracia pagando el precio del olvido, en nombre de la reconciliación. Lo uno por lo otro, la penitencia en el pecado, mientras construimos los abusos de la memoria de los que nos hablaba Todorov.

Algunos son diputados, presidentes, concejales, médicos y profesores
O ejerciendo asesoría en la sociedad de autores
Otros están y no cantan, otros cantan y no están
Los hay que se retiraron, algunos que ya murieron
Y otros que están por nacer.

Quienes no claudicaron ni en las formas ni en los fondos terminaron arrumbados, invitados de gratis en homenajes y de balde en fiestas de barrio. Fueron útiles cuando la memoria servía para presionar, dejaron de serlo cuando las puertas del dinero y el poder, de los consejos de administración y de las poltronas de la administraciones comenzaron a abrirse para nueva sangre fresca y roja.

Algunos sobrevivieron y hasta triunfaron modificando letras, internándose en intimidades, cantando en grupo en amplias y siempre penúltimas giras. Pero preguntad, así a boleo, por algunos de ellos. Desparecieron de la memoria de nuestros jóvenes. Son la desmemoria andante, fantasmal, carcelera intratable.

La democracia es la pera, cantautor a tus trincheras
Con corona de laurel y distintivos de honor
Pero no des más la lata, que tu verso no arrebata
Y tu tiempo ya pasó.

Vaya, les ocurrió lo mismo que a cuantos se empeñaron en hacer realidad la Constitución, derecho a derecho y libertad a libertad. Mientras, otros tantos que parecían de la cuerda, se convertían en diputados, concejales, senadores, directores generales, ministros, profesionales, asesores, conseguidores, emprendedores, trapicheros de todo tipo. Dejaron de dar el cante.

Y, sin embargo, seamos o no cantautores, todos lo somos un poco, sigue teniendo sentido cantar nuestras verdades de ayer que salpican el presente y la mierda pestilente que trepa por nuestros pies. Comienzan a ser asfixiantes esos silencios cómplices, ese seguidismo sin fisuras, esa persistencia en los errores, ese miedo a la verdad, ese chapoteo de los mediocres, en la vida de nuestras instituciones y en organizaciones que fueron creadas para la libertad.

 Como en mis tiempos mejores dando el cante, que es lo mío
Y aunque en invierno haga frío, me queda la primavera
Un abril para la espera y un Grándola en el corazón.

No tengáis miedo. Son fuertes cuando nos mostramos débiles. Son grandes cuando nos arrodillamos. Cuanto decimos, cuanto escribimos, cuanto expresamos y no nos guardamos por miedo, por inercia, por comodidad, da sentido a nuestras vidas, da sentido a nuestra existencia, nos reconcilia con el mundo, nos invita a seguir creando, haciendo poesía, componiendo música, recuperar los ritmos de la vida.

Y de nuevo son los cantautores los que se regeneran, se renuevan y nos abren nuevos caminos. Los que vienen de lejos abrazados a los nuevos cantautores, sobre todo cantautoras, que se han ido incorporando a nuestras músicas cotidianas, Rozalén, Lourdes Pastor, La María, Valeria Castro, Lucía Socam, sin que falten jóvenes como Pedro Pastor, entro otros muchos.

España, pueblo a pueblo, terruño a terruño, organización a organización, pide a gritos una profunda regeneración democrática. Los cantautores empujaron con fuerza para abrir las grandes alamedas que nos habrían de llevar a la libertad. Han pasado casi 50 años y no basta exaltar las glorias de la Transición porque el camino ha quedado sembrado de avances evidentes y de incumplimientos dolorosos.

Es tiempo de repensarnos, aprovechar los éxitos, corregir errores evidentes, cumplir compromisos constitucionales siempre aplazados, recuperar derechos perdidos, reabrir caminos que fueron sellados, decir verdades que nos hemos censurado, ejercer libertades que hemos olvidado.

No sé dónde ha estado cada uno, cada una, en todos estos años, pero es hora de abandonar la zona de confort, salir a la calle, reconocernos en lo bueno y lo malo que nos rodea, abrazarnos, movilizarnos, comprometernos, con los derechos y libertades que un día creímos qur serían posibles. Porque,

Aquí seguimos, cada uno en su trinchera
Haciendo de la poesía nuestro pan de cada día

Siete vidas tiene el gato
Aunque no cace ratones
Hay cantautor para rato
Cantautor, a tus canciones

Zapatero a tus zapatos.

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