En el año 2002, el Ayuntamiento de Lekunberri, publicaba mi poemario La tierra de los Nadie, premiado en el certamen Ángel Urrutia Iturbe – Saria.
Había escrito ese poemario, a ratos perdidos. Ernesto Cardenal y Jaime Gil de Biedma me habían incitado a someterme a esta prueba. Mirando la vida desde el Sur, Eduardo Galeano me invitó a escribir sobre los nadie y sobre la tierra que habitan.
Al igual que los economistas fueron incapaces de ver venir la crisis que hoy nos azota, yo tampoco podía intuir que nuestro pueblo, al igual que otros muchos pueblos, se convertiría en Tierra de los Nadie, donde la ciudadanía, los modernos proletarios, aquellos que sólo contamos con nuestro trabajo para vivir, sentimos el abandono, el desapego, el olvido, de quienes deberían ver justificada su existencia en escuchar a la gente y acudir, cuando menos, a curar las heridas que la injusticia produce.
Pensé que el Prólogo a aquella edición lo escribiera Indio Juan, pero el rapsoda de la Cantata de Santa María de Iquique estaba ya herido de muerte. Por eso aproveché su última intervención pública, en el homenaje que le rendimos en el Auditorio Marcelino Camacho, como cimientos sobre los que edificar mi voz.
He utilizado, con su permiso, algunas fotos de uno de los mejores cronistas gráficos de los Nadie en nuestro Madrid, Fran Lorente, para poner caras a los poemas.
Creo que hoy, los nadie sobre los que intenté escribir, lejos de caminar hacia su desaparición, se extienden por el país y necesitan escribir su historia, encontrar sus voces, sumarlas, unirlas, hacerlas oír. Necesitan componer sus músicas, encontrar sus pintores, sus cineastas, quienes narren sus vidas, aquellos que escriban sus poemas.
A lo largo del año iré publicando cada semana un poema de La Tierra de los Nadie, con la única intención de transformar la dureza anunciada en esperanza, una esperanza con minúsculas, pero tal vez por eso, más necesaria.
Deseo que te ayude, espero que te sirva.
Francisco Javier López Martin