La UMD cumplió 50 años

La lucha contra la corrupción. Aquellos militares reunidos en Barcelona querían seguir los pasos del Movimiento de las Fuerzas Armadas portuguesas y por eso crearon la Unión Militar Democrática (UMD), cuyo primer Secretario sería el comandante Julio Busquets, gran amigo del militar Luis Pinilla y del Padre Llanos, con quienes había impulsado la asociación católica FORJA, allá por los años 50.

Acabar con la corrupción, defender los Derechos Humanos en un país en el que eran pisoteados cada día. Amnistía para los presos políticos. Poner fin a la dictadura franquista y convocar un proceso constituyente que abriera puertas a la democracia.

La lucha contra la corrupción ha sido una constante de cuantas personas dignas  se han organizado en España para buscar un futuro mejor. Casi siempre han fracasado en el intento, pese a que, por momentos, pareciera que otro destino menos sombrío comenzaba a ser posible.

Claro que había otras reformas en sus cabezas. Especialmente aquellas que tenían que ver con un nuevo ejército que sirviera a la democracia y no a la caverna franquista. Reformas en las estructuras profesionales, en las cadenas de mando, la profesionalización y dignificación de los militares.

Eran conscientes, sin embargo, aquellos capitanes al frente de los cuales se situaron el Comandante Otero, o el propio Julio Busquets, de que España no era Portugal, donde unos meses antes, el 25 de abril de 1974, había comenzado la Revolución de los Claveles. Entre otras cosas, en España el ejército no sufría cada día las bajas ocasionadas por guerras coloniales como las que Portugal libraba en Angola y Mozambique.

En España, los militares, salvo la sangría de algunos golpes guerrilleros del Frente Polisario en el Sahara, o los de ETA, en ocasionales atentados terroristas, sobrevivían apaciblemente en sus cuarteles convencidos de que los sueldos no eran muy altos, el gobierno de turno hacía como que les pagaba, mientras ellos hacían como que trabajaban y buscaban oportunidades variadas dentro y fuera de los cuartos de banderas.

Sabían aquellos capitanes que una revolución no era posible. Pero no por ello dejaron de intentar formar una fuerza de oposición que alejara al ejército de cualquier intentona golpista que apuntalara en el último momento el régimen franquista, ahora que el final del dictador se acercaba. El franquismo era un muerto viviente que debía seguir camino de la tumba sin obtener ayuda alguna de los militares.

Sin embargo, una dictadura como la franquista, fruto selecto de un golpe militar y una sangrienta y prolongada guerra civil, no es fácil de enterrar. Muere matando. Se enquista y sabe pervivir larvada hasta nuestros días. A la espera del momento en que surja una nueva oportunidad. Tal vez con otras maneras y otras formas, pero la misma perra dictadura con distintos collares.

El juicio a los sindicalistas de las CCOO en 1973. El fusilamiento de Puig Antich en 1974. Los de los cinco militantes de FRAP y ETA el 27 de Septiembre de 1975. Hasta muerto Franco el franquismo siguió matando manifestantes, o a los Abogados de Atocha el 24 de enero de 1977.

Los organizadores de la UMD consiguieron sobrevivir durante casi un año, antes de que nueve miembros de la cúpula fueran detenidos, a finales de julio de 1975. Los procesados terminaron siendo 14. Su juicio duró un día y concluyó con expeditivas condenas de cárcel que conllevaban su separación del ejército.

La muerte del dictador permitió que pudieran salir de la cárcel poco después, pero, ya quedó dicho, el ejército español no era el portugués y los altos estamentos militares no iban a tolerar que aquellos rebeldes con causa, empeñados en traer la democracia, volvieran a los cuarteles.

Tan sólo en 1986 consiguieron una rehabilitación parcial, que les restituyó en sus rangos, pero no en sus puestos. Así fue el proceso de sombras, algunas luces y más sombras, que caracterizó la considerada modélica Transición Española. No digo que no lo fuera, pero se saldó a costa de notables injusticias como la vivida por la Unión Militar Democrática, que terminó autodisuelta poco después, tras las primeras elecciones democráticas de 1977.

Olvidados y apartados de sus puestos, durante décadas, terminaron aquellos que se atrevieron a encabezar el movimiento. Hasta que los militares de la UMD recibieron el premio Abogados de Atocha, a principios de 2009. La Fundación de los Abogados de Atocha, nació después de que el Congreso de CCOO de Madrid, en 2004, aprobase mi propuesta de crear una Fundación que preservase la memoria y el ejemplo de aquellos jóvenes muertos por la libertad, la convivencia y la democracia.

Aquel paso que dimos desde la Fundación Abogados de Atocha, aquel premio a la UMD (recuerdo con especial cariño aquel encuentro con personas tan afectuosas como Luis Otero, o Fernando Reinlein), sacó a la luz la terrible injusticia que España estaba cometiendo con algunos de sus mejores servidores.

Hubo que esperar hasta 2010 para que la entonces ministra de defensa, la tristemente desaparecida Carme Chacón, les entregase las Cruces del Mérito Militar y Aeronáutico. Ahora, 50 años después del paso dado por aquellos militares, tenemos derecho a recordar, a guarda memoria, a seguir su ejemplo y a persistir en la defensa de la democracia, combatiendo cualquier forma de corrupción.

Ellos nos lo legaron con sus vidas duras y nosotros no podemos defraudar su memoria.

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