TRAS LA HUELGA NO HAY DESESPERANZA POSIBLE


En 1975 murió en España un dictador, pero la dictadura no murió con él. La dictadura intentó perpetuarse por todos los medios posibles, incluido el asesinato de trabajadores ante la Catedral de Vitoria, asesinatos callejeros a manos de bandas fascistas o el asesinato de los abogados de Atocha el 24 de Enero de 1977.

Ninguna de estas tensiones brutales consiguieron doblegar a una ciudadanía dispuesta a defender su derecho a un futuro libre y democrático. Y el contexto no acompañaba el proceso. La crisis del petróleo del 73 aún pervivía. La inflación llegó a niveles del 40 por ciento. Los empresarios vivían el miedo a un futuro incierto. Los políticos no las tenían todas consigo. La ciudadanía sentía miedo a un pasado de confrontación violenta. Las huelgas sacudían el país.

En aquel contexto, la democracia, no fue un regalo, sino el resultado de una voluntad de acuerdo que condujo a un Pacto político y sindical.

Aquellos Pactos recibieron el nombre del lugar donde fueron firmados: Pactos de la Moncloa.

Aquellos pactos hablaban de inversiones públicas, control de precios, moderación en el crecimiento de los salarios, derechos a la libertad sindical.

Se han producido desde entonces muchas modificaciones laborales, muchas reformas. Pero aquel acuerdo sirvió para estabilizar una situación política, económica y social convulsa y abrió las puertas para acordar una Constitución que define a España como un Estado Social. Que habla de los partidos, pero a continuación habla de los sindicatos y luego de la obligación de participación, de la libertad sindical, del derecho de huelga.

Este país necesita como entonces, un Gran Pacto Político y Social para unir esfuerzos contra la crisis. Un Acuerdo de empleo, fiscalidad, financiación, modelo económico y modelo social.

Lo que nos hemos encontrado, por contra, es más crispación y conflicto en torno a una reforma laboral impuesta, que supone la mayor agresión a los trabajadores durante la etapa democrática. Condena los derechos individuales y colectivos de los trabajadores a la dictadura de los empresarios.

La Huelga General ha sido un éxito incuestionable. La sociedad y los trabajadores y trabajadoras, hemos dejado claro que queremos negociar, pero que no toleraremos imposiciones que apuntan a la propia esencia del Pacto Constitucional que dio origen a un estado democrático, que nadie debe ni puede destrozar impunemente, porque ninguna legitimidad le autoriza a tanto.

Francisco Javier López Martín

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